El campanu salió de la crisis, de cien en cien euros, más o menos cuando la subasta del Monasterio de Cornellana rebasó los 6.000 euros y dos de los seis postores subieron más de 3.000 euros solos. Alternándose en las subidas, mano a mano en reñida contienda jaleada por los aplausos del público, engordaron el precio mientras resoplaba el exfutbolista Quini, invitado al espectáculo, y "Jano", el pescador del primer salmón del año, mantenía el tipo escondiendo a duras penas los temblores. La tarifa, que había subido cien a cien a partir de 2.000, paró al llegar a 9.500, a más de 1.600 euros el kilo de campanu, bastante por encima del doble del precio del año pasado. El pique del As de Picas había hecho intensamente feliz a Alejandro Pérez.

Los dos últimos de los seis postores eran un restaurante con nombre de salmón, Campanu, comprador de los dos ejemplares que se vendieron en puja pública el año pasado por estas fechas y ayer del primero de esta campaña en el Sella, y el As de Picas del Casino de Gijón. El propietario de éste, José Antonio Díaz Carbajosa, que tuvo que levantar mucho la tablilla para doblegar a su último adversario, supo explicar la victoria. Aparte de que "competíamos con gente buena que nos ayudó a ganar", "somos del casino, sabemos apostar". Además de Enrique Castro, "Quini", mítico exjugador del Sporting, ayer premiado por cazador y pescador en la Feria del Salmón de Cornellana e improvisado padrino de la puja, una multitud se sumó con fervor a la transformación de la venta del salmón en espectáculo de masas.

La pesca con muerte empezó un Domingo de Resurrección y esa paradoja aparente la resolvieron el Sol, un día radiante como hecho de encargo y una muchedumbre en la Feria con muchas más cañas que peces en la ribera del Narcea. Allí, ayer, la pesca con muerte fue la pesca sin suerte. Aquel río bajo al que el sábado se le veían los salmones se convirtió ayer, previa suelta de agua en la presa de Calabazos, en la corriente algo más elevada en la que Víctor José Fernández repetía "ye raro que no salgan" al dejar el puesto de pesca en el pozo La Columna. Raro porque los habían visto, porque anteayer se pescó sin muerte aquí mismo un ejemplar que podría haber rondado los diez kilos.

Fernández, pescador salense, está en el mismo sitio del que sacó el campanu de Asturias en 2015 y ayer confiaba porque se habían repetido las condiciones. El mismo pozo, la misma suerte con los turnos. Tiró el primero, "a las ocho menos cuarto", en tiempo teórico de campanu, y supuestamente con el río queriendo dar salmones. "Pero nada". El Narcea sorprendió a los pescadores que como él pensaban "que iba a estar más bajo", pero tampoco la súbita elevación del caudal significaba ayer ni mucho menos imposibilidad de pesca. De hecho, "está muy bien para pescar", afirmaba sin dudas Luis Farpón, compañero de coto en La Columna, sentado en seco en un tronco del la orilla al que habría llegado el agua si de verdad hubiera riada. También por eso es extraña la sequía en el río crecido donde eso que a veces refleja la luz del sol bajo el nivel del Narcea son, falsa alarma, muiles. Desde la costa, Narcea arriba, son capaces de llegar, confirmarán los pescadores, incluso hasta que los detiene la pared de la presa de Calabazos.

Francisco Javier González aventura que tal vez la suelta de agua en la presa ha sido excesiva y río arriba, en Quinzanas, ya en el concejo de Pravia, Juan Antonio Martínez, "Juanín de Tuña", resuelve el entuerto aceptando sin reservas el reto que pone la elevación del agua. Si la diferencia es que ahora los salmones no se ven, asegura a pie de río, "lo guapo ye precisamente que no lu veas y pescalu. En eso consiste saber pescar". Desde el puente, observando el río en plano picado, un buen puñado de pescadores mezclados con curiosos comentan las restricciones de la normativa, la falta de limpieza de los cauces y los rumores no confirmados de salmones que pudiendo haber sido "campanos" soltaron en el último momento el anzuelo. El asunto es que la jornada transcurrirá en el Narcea con el diagnóstico de José Barbosa en Quinzanas. Hay más gente que peces. "Faltan los bichos".