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La primera policía local de Asturias lo deja

María Isabel Raigoso, que sacó la plaza en 1981, se jubila tras 36 años de servicio en Villaviciosa: "Volvería a ser agente"

María Isabel Raigoso, a la derecha, acompañando el pasado Jueves Santo a la Dolorosa en la Semana Santa de Villaviciosa. P. M.

Fue la primera mujer policía local de Asturias y en julio se jubila después de 36 años de servicio en el Ayuntamiento de Villaviciosa. María Isabel Raigoso, más conocida como Mari, nació en Infiesto y vive desde hace más de veinte años en Quintueles. Se va con "mucha pena", pues ama una profesión que, además de algún momento amargo, le ha dado muchas alegrías.

"Los comienzos fueron complicados. La media de edad de los compañeros era alta y alguno pensaría 'a qué vendrá esta' ", rememora Mari todavía desde el puesto de atención al ciudadano, en la Jefatura que la Policía Local de Villaviciosa tiene en los bajos del Consistorio. Poco a poco se fue integrando en un cuerpo y una sociedad que la van a echar mucho de menos. "Me gustan mucho esta profesión y el trato con la gente. Si volviera a nacer, volvería a ser policía local", asegura quien estuvo veinticuatro años pisando las calles de Villaviciosa. Durante mucho tiempo ordenó el tráfico y era conocido su rigor a la hora de poner multas a quienes cometían infracciones. Fue conocida como "Lápiz y Papel" (nombre tomado de una serie televisiva) y también como la "Thatcher", apodos en consonancia con la forma estricta en que ejercía su misión de controlar el tráfico local.

Ejercer su profesión en un lugar pequeño como Villaviciosa dista mucho de hacerlo en una ciudad como Gijón, donde su marido, Monchu Grandío, trabajaba como motorista de la Policía Local. "Aquí todos hacemos de todo", explica la agente, quien se considera "uno más" a la hora de intervenir en cualquier situación, sea de la exigencia física que sea.

Iba para matrona, pero su pronta maternidad (tiene cuatro hijos) le cambió la vida y empezó a preparar las oposiciones. Su marido preparaba a los aspirantes y ella echó la instancia en Gijón, donde le dijeron "que no iban a sacar la escala femenina. Que me avisarían". Entretanto salieron dos plazas en Villaviciosa, cuya convocatoria nada decía del género. "Me acogí a la Constitución, que dice que no se puede discriminar a nadie por razones de sexo, raza o religión", remarca la trabajadora, quien sacó el número uno tras competir con varios hombres en las pruebas de acceso. En este proceso la llamaron de Gijón, donde habían sacado "diez plazas femeninas", pero su destino ya estaba en Villaviciosa. Fue la primera mujer en ejercer, pues las gijonesas tuvieron un tiempo de academia antes de vestir el uniforme. Raigoso se examinó en mayo de 1981 y entró a trabajar en junio.

"Salvo la entrada", los comienzos, en un sitio nuevo y en el que nunca antes había trabajado una mujer, la piloñesa asegura no haber tenido problemas por su género. Con todo, "ahora es mucho más fácil" para una mujer que ingresa en un cuerpo o fuerza de seguridad como la misma Policía Local, la Nacional o la Guardia Civil. Reivindica, además, que en todos ellos "es muy necesaria la presencia de la mujer. Tenemos un trato diferente", expone. Esta Semana Santa desfiló por última vez junto al resto de agentes de Villaviciosa, que acompañaron a la Dolorosa, y el 23 de julio colgará su uniforme por última vez. Lo hará con mucha pena y pensando en el tesoro que no cambia por nada del mundo: la excelente relación que ha mantenido con los ciudadanos, las corporaciones y los compañeros.

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