El Eo dio ayer su segundo campanu consecutivo con el salmón más caro de los últimos siete años: 9.500 euros en una primera jornada de pesca más fructífera en euros que en capturas (cuatro en total), ya que el primer ejemplar del Sella se pagó más caro, 9.900 euros. En resumen, 19.400 euros por dos salmones. El restaurante "As de Picas" del Casino de Gijón, que ya ganó con 18.000 euros en la subasta de 2007, se llevó el primer salmón de la temporada con muerte, pescado por el coañés Alejandro Pérez, "Jano". Este ribereño, de 63 años, fue el más madrugador de Asturias: su campanu mordió el anzuelo 40 minutos tras levantarse la veda, a las 7.15 horas.

Por una pieza de 5,790 kilos de peso, 19 centímetros de largo y 44 de perímetro pagó el empresario gijonés José Antonio Díaz Carbajosa más del doble de lo que valió el salmón del año pasado (3.700 euros). Por la tarde, la puja del campanu del Sella, capturado por Juan Antonio González Menéndez, "El Sastrín", superó a la de Cornellana en 400 euros (9.900), como ya sucedió en 2016. El hostelero cangués José Manuel Mori, "el Marqués", que sólo cedió al final en la subasta de Cornellana ante Carbajosa, se desquitó llevando a la cocina de "El Campanu" el codiciado pescado.

-¿Cómo se quedó?

-No me quedé. Corrí hacia el precinto.

La pieza que hizo visiblemente feliz a Alejandro Pérez Fernández, de Trelles (Coaña), se resistió "lo normal en un salmón, cinco o siete minutos". O menos, porque sabía que podía ser el primero de la temporada e "intentaba sacarlo lo antes posible". "Jano" ha perdido la cuenta de los campanos que ha sacado, "diez o doce entre Navia y Porcía", pero el de ayer fue el primero absoluto en Asturias. Valió 9.500 euros: "Es mucho más de lo que esperaba". A la vista de los precedentes, 3.700 el año pasado -4.200 por el del Sella-, el coañés no contaba con más de "3.000 o 4.000".

En una subasta reñida, el cuerpo a cuerpo final se decidió entre el restaurante "El Campanu", que luego se llevaría el primer salmón del Sella, y el "As de picas" de Gijón. José Antonio Díaz Carbajosa, propietario de la sala de juego, celebró la victoria anunciando con cuentagotas que el campanu será el protagonista de "unas jornadas de degustación": eso sí, algo menos de 6 kilos de salmón "tampoco dan para mucho".

El secreto del pescador Jano Pérez: "Tuve fe y cebo de meruco y quisquilla"

El secreto del coañés Alejandro Pérez para atrapar al rey de los ríos fue "tener fe" y utilizar "cebo mixto, meruco y quisquilla". El pescador del campanu compartió el pozo Los Cables del coto Louredal, en el Eo, con su esposa, Mari Luz Suárez, y su sobrino, Miguel Pérez, de 22 años, que capturó poco después de su tío el segundo salmón del río. Pesó casi dos kilos más que el campanu (2,280 kilos), pero pasó inadvertido. Pérez asegura que echó a tierra su primer salmón, de 9,5 kilos, con tan sólo 11 años. Lo recuerda a la perfección: "Fue en el coto de Santianes del río Navia, donde tiene una finca". Su afición, "sin precedentes en la familia", nació precisamente junto a esa finca. "Empecé tirando la caña", dice, y acabó ayer con el premio gordo del río.

En el Sella, el primer ejemplar salió del agua a las 9.20 horas y en la puja, celebrada junto al puente romano, obtuvo más valor que el campanu de Asturias. El hostelero cangués José Manuel Mori Cuesta, "el Marqués", propietario del restaurante "El Campanu", compró el ejemplar por 9.900 euros, lo que supuso un récord en el Oriente. Juan Antonio González Menéndez, "El Sastrín", capturó la pieza subastada, de 4,2 kilos, en el lance de El Barco, cerca de Arriondas, aunque en término municipal de Cangas de Onís. El pescador, vecino de Ribadesella, utilizó cebo natural y quisquilla colorada para sacar al campanu del Oriente.

En cambio, la temporada de pesca sin muerte nació ayer muerta en el Narcea y en el Esva, donde no se capturaron ni un solo ejemplar. En la cabecera de la cuenca occidental, el Narcea superó en blanco la primera jornada merced a una suelta de agua en la presa de Calabazos que cambió las condiciones de un río que discurría bajo de caudal y con los salmones a la vista hasta el pasado sábado. A la orilla, los que probaban suerte daban fe de la mutación del cauce por el desembalse, pero también de que no era aquello ni mucho menos una riada de las que obstaculizan la pesca. En el Esva, por su parte, la afluencia fue menor tanto de aficionados como de peces. Los deportistas lamentaron la escasez de salmones.