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Maestros y discípulos

Alfonso Fernández Canteli: "En el País Vasco acogen mejor que aquí los proyectos de ingeniería"

Miguel Muñiz Calvente: "En investigación se mide todo por el nivel de publicaciones y no por el impacto en la industria"

Alfonso Fernández Canteli: "En el País Vasco acogen mejor que aquí los proyectos de ingeniería"

Alfonso Fernández Canteli, catedrático de Mecánica de los Medios Continuos y profesor emérito de la Universidad de Oviedo hasta el próximo 31 de agosto, sueña con el engranaje perfecto entre industria e ingeniería. Y pone como ejemplo la Universidad de Mondragón, en el País Vasco, cuya estrategia de dar respuesta a las necesidades de la industria vasca, les obliga a que un 40% de su financiación tenga su origen en proyectos de colaboración con las empresas. "Es una filosofía menos cómoda; para nosotros es una lección de responsabilidad", dice Canteli sobre la importancia de formar profesionales que puedan afrontar los cambios de la industria del futuro, al tiempo que la Universidad se nutre del conocimiento de empresas punteras para llevarlo a cabo. "Sería partidario de volver a la idea primigenia del IUTA (Instituto Universitario de Tecnología Industrial de Asturias): volcar a la industria los resultados del laboratorio y que derive en nuevas tecnologías. Pero que exista un fomento de ello por parte del Principado", continúa Canteli. Junto a él, Miguel Muñiz Calvente, doctor ingeniero industrial, que preparó su tesis junto al catedrático de Mecánica de los Medios Continuos, alude al problema reciente de las becas "Severo Ochoa", cuya demora de más de dos años truncó la carrera de algunos jóvenes investigadores. "Lo lógico es que esa convocatoria salga todos los años el mismo día para que los grupos puedan hacer una previsión. Aquí o no salían las renovaciones o se suspendían convocatorias. Espero que vuelva a haber más apoyo a los jóvenes investigadores".

Finalizado el doctorado, la pregunta habitual para los nuevos ingenieros es: "¿Te vas fuera?". Calvente lo tiene claro: "No veo la necesidad de irme cuatro o cinco años porque si genero una estabilidad fuera, ¿qué me va a hacer volver? ¿Sólo ser patriota? No existe una motivación para volver". Si bien el joven no reniega del valor de la experiencia en el extranjero -él la vivió en Rusia, Oporto y Valencia-, se queja de los límites y trabas del sistema de ciencia donde el final del período de emérito del profesor Fernández Canteli puede dejar por el camino a tres jóvenes contratados por proyectos. "En cuanto él se vaya, nos vamos los tres", expone Calvente, quien se queja que "se mide todo en publicaciones y no en el impacto o la transferencia a la industria".

Fernández Canteli expone que sus colaboraciones en el País Vasco les permiten ver cómo allí se les acoge con más facilidad por parte de la empresa "porque ven una utilidad y una aplicación inmediata" de su trabajo. "En Asturias cuesta muchísimo, incluso cuando estás ofreciendo un servicio gratis", argumenta, "hay una diferencia de mentalidad grande entre la industria del País Vasco y la de Asturias. En otros lugares existe un apoyo natural a los proyectos de ingeniería", prosigue el catedrático quien advierte de que "la única posibilidad de supervivencia en España es ser competitivos a nivel tecnológico" dado que en precios ya no es posible.

El de Fernández Canteli (Integridad Estructural: Materiales y Estructuras-IEMES) es uno de los grupos más activos del departamento de Construcción. "No queremos quedarnos en modelos que luego no se utilicen", dice. La "transferibilidad" de la investigación es la base de su trabajo. "El objetivo de la investigación en ingeniería es que repercuta en la industria", sostiene el más joven. El contacto permanente con el Laboratorio de Diseño Mecánico de la Academia de Ciencias de Rusia les mantiene alineados en el objetivo de expandir sus modelos probabilísticos en el diseño, cálculo y dimensionamiento de estructuras a la industria. "Tener una colaboración con la industria te conciencia de problemas que existen y, a la vez, te permite desarrollar modelos para ir por delante del estado del arte en modelización y caracterización mecánica", sugiere Calvente. En su caso "siempre intentamos que la investigación no sea en grupos cerrados, como capillas, sino que quienes quieran se puedan integrar y eso se consiguió al poner un laboratorio abierto a todo el departamento".

Fernández Canteli aplaude que a su despedida de la Universidad haya llegado una generación de doctorandos que cambiaron mucho los modos de trabajo. "Ahora están todos muy dispuestos a transmitir sus conocimientos a sus compañeros. Hay mucha colaboración, no existe un sentimiento de mala competitividad", explica. Además, han puesto en marcha seminarios abiertos donde cada uno puede aprender de lo que hacen los otros "sin entrar en un campo ajeno de forma pirata; eso no es habitual en la Universidad". Esa dinámica de trabajo la aprendió Canteli durante su etapa en la ETH de Zurich, de la mano de B. Thurlimann y H. Bachmann. "Nunca he retenido a la gente, cada uno se ha ido por su línea de investigación. No tengo discípulos pero tampoco considero que ellos (los jóvenes investigadores que han pasado por el grupo) tengan maestro. Yo sí tengo maestros", apunta antes de referirse a Enrique Castillo, catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Cantabria; Enrique Alarcón, de la Politécnica de Madrid; J. Kalthoff de la Rurhr-Universität Bochum. Cita también a Othmar Ammann, ingeniero jefe de la Autoridad Portuaria de Nueva York con destacadas obras de puentes en la ciudad de los rascacielos, quien defendía que una de las cualidades del buen ingeniero debe ser la lealtad. "Y ser consciente de los problemas a los que te enfrentas; además de mantener la mente abierta a nuevos retos y modelos más allá de lo establecido", sugiere Calvente. "En la industria es vital la capacidad para trabajar en equipo", apostilla el más veterano.

De la organización actual de los planes de estudio reconocen que con cada cambio se ha llegado a un sistema "peor que el anterior: el máster se montó al revés y la formación de los cursos de doctorado se perdió", lamenta Calvente. Y lo más difícil: tratar de estabilizarse. "Nunca se sabe cuándo va a salir una plaza o cómo planificar el trabajo de los grupos de investigación", concluye.

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