El teniente Pablo Villabrille no dejó de remarcar las dificultades que había tenido que arrostrar el equipo de rescate, al que se sumaron catorce agentes y pilotos con base en Mieres y Cangas de Onís. "Aunque hubiese dos grados bajo cero, la sensación térmica era de ocho o diez bajo cero, incluso más, debido a la nieve que estaba cayendo y el fuerte viento, que fue lo que impidió que llegasen los helicópteros", aseguró el oficial. Al mal tiempo se sumaba la orografía, "muy complicada", sobre una zona de roca "muy suelta y descompuesta" que, incluso, obligó a los agentes del Greim a adoptar muchas medidas de seguridad para evitar sufrir un percance mientras intentaban el rescate. "Habría sido físicamente muy extenuante intentar el rescate por tierra", resumió el teniente. "Era muy peligroso caminar por la ruta, con lluvia continua y nieve que llegó a cubrir diez centímetros", añadió.

Villabrille admitió que "siempre hay un cierto nivel de negligencia en todos los accidentes de montaña, aunque en este caso es poco valorable". El oficial indicó que los accidentados iban perfectamente pertrechados para el tipo de vía que querían acometer. "No es un accidente de principiantes", finalizó.