Para explicar lo mejor de tener diez hijos, el abogado granadino Luis Carreras recurre a la chimenea como metáfora: "Cuantos más troncos metas, más luz y más calor dará". Orientador familiar desde 1995, las familias de la asociación asturiana Montealegre escucharon ayer su conferencia "Educar en libertad" en la jornada que vivieron en Villaverde (Villaviciosa).

"Una familia muy grande produce mucho más calor y los primeros beneficiados somos los padres", expuso Carreras, quien asegura tener "las mismas 24 horas que los demás, no me dan más". Con seis hombres y cuatro mujeres, su primogénita tiene 33 años y la menor de la casa, Mar, 13. Una reunión normal en su casa de Barcelona supera los veinte invitados y las hay hasta de cuarenta, pues él y su mujer, Amaia Ugarte, tienen ya siete nietos.

Pero ¿cómo es la vida con diez hijos? "Mucho más fácil que con tres", espeta Carreras, quien cuestiona el retrato familiar de la película "Doce en casa" porque se trata de una docena de hijos "individualistas y consentidos. Eso es la selva, imposible". Convencido del poder de la educación, el abogado considera que el "gran esfuerzo" que han hecho como padres "han sido los tres primeros. Los demás se lo han transmitido de unos a otros", explica. No es que los hijos vayan sustituyendo a los padres, sino "que se educan entre sí, se ayudan, aprenden cosas. Si todos los demás se sientan a la mesa, comen con el tenedor en lugar de con las manos y no se levantan hasta haber terminado, no lo va a hacer quien llega nuevo".

Tanto por su experiencia personal como por el trato que ha tenido con otras familias, Carreras asegura que "a partir del cuarto hijo, inclusive, es bajada ya". Con esta lógica, la inmensa mayoría de las familias actuales "se quedan subiendo la montaña, no han llegado al valle", explica el abogado divertido y antes de apuntar que comprende que "no es fácil". Los mayores de una familia de estas características tienen, además, un "sentido de la responsabilidad" acentuado, "no les vale hacerlo mal" porque sus hermanos les están mirando e imitando. A su juicio, educación equivale a "amor" y lo más difícil de una familia del tamaño de la suya es "lo económico. Es caro, porque el Estado ayuda poco o nada". Sucede así en España, pero no en otros países de la Unión Europea. "En Bélgica, Suecia y Dinamarca hubiera sido rico por los hijos que tengo", ironiza el abogado, que llegó a calcular en torno a los 2.000 euros las ayudas que habría recibido. La situación española, apunta, "no ayuda al optimismo y a decir 'voy a tener más hijos' ".

No cree, sin embargo, que la decisión actual de la mayor parte de las familias de tener uno o dos hijos se deba a "un problema económico. Yo no soy rico y quienes sí lo son también tienen uno o dos hijos, tres el más loco". El abogado lo achaca a "muchas razones: antes se tenían muchos hijos porque no todos sobrevivían y alguno iba a cuidar de los padres", razona Carreras. El acceso de la mujer al trabajo ha sido "un bien", pero le lleva a tener menos tiempo "para dedicarse a la familia" y hace de esto una tarea "más exigente". En tercer lugar el abogado granadino ve motivos "culturales. Las mismas personas, si lo usual fuera tener cinco hijos, los tendrían", remarca.