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El buitre, un buen gestor de residuos en la naturaleza

Investigadores de Coimbra ponderan el papel "fundamental" de las aves carroñeras tras estudiarlas en Somiedo: "Evitan enfermedades y reciclan nutrientes", afirman

Varios ejemplares captados por las cámaras de los investigadores de la Universidad de Coimbra. PATRICIA MATEO-TOMÁS / PEDRO P. OLEA

Pola de Somiedo,

M. G. SALAS

Durante décadas fue una de las especies más desdeñadas de la naturaleza. Los buitres no interesaban a nadie, ni siquiera a los propios investigadores. Ahora se sabe que los especialistas número uno en carroña cumplen un papel "fundamental" en el ecosistema, como recalca un estudio de la Universidad portuguesa de Coimbra. Básicamente, "evitan la propagación de enfermedades y contribuyen al reciclaje de nutrientes en el medio natural", explica la bióloga Patricia Mateo Tomás, que desarrolló gran parte de su trabajo en el parque natural de Somiedo, "uno de los mejores ecosistemas de la Península Ibérica". Los buitres son "el mejor gestor de residuos de la naturaleza", añade.

Según el censo oficial de Seo Bird Life, la población de buitre leonado oscilaba en 2008 entre las 151 y 176 parejas reproductoras. Hoy en día, ascienden a unas 200, que forman parte de una población más amplia que se extiende por León y Cantabria. El buitre leonado, de unos 2,5 metros de envergadura y de entre 6 y 9 kilos de peso, es un ave rapaz extremadamente sigilosa. Sobrevuela el mirador de Aguino, a escasos kilómetros de Pola de Somiedo, aprovechando las corrientes de aire. Su único objetivo es localizar carroña. "Lo mismo están ahora aquí que marchan hasta León. Tienen una gran capacidad de vuelo", explica Patricia Mateo, de 35 años y natural de Riaño (León), aunque afincada en Oviedo.

Mateo busca con sus prismáticos los nidos de buitres que se asientan frente al mirador Aguino. Le acompaña en el avistamiento el director del parque natural, Luis Fernando Alonso. "Los buitres trabajan en una especie de red. En el momento que uno ve la carroña y desciende, todos le siguen", detalla la investigadora. La especie está perfectamente diseñada para consumir la carroña: posee un poderoso pico y escaso plumaje en el cuello y la cabeza, lo que le permite explotar el interior de los cadáveres. Además, "el pH del estómago es muy ácido, lo que les permite neutralizar muchas de las bacterias que pueden proliferar en las carroñas en descomposición. Podemos decir que es una buena depuradora", comenta Patricia Mateo, que quiere acabar con su "mala fama". El buitre no sólo limpia la carroña de los bosques, sino que además ayuda a reciclar los nutrientes del suelo y "es una fuente de vida". Su función como "aspirador" no tiene precio.

Uno de los datos más sorprendentes que reveló la investigación de la Universidad de Coimbra, realizada en colaboración con el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) del CSIC, las universidades Autónoma de Madrid y Miguel Hernández de Elche y el Instituto Polaco de Ciencias Naturales, es que el gremio de carroñeros en el mundo es mucho más grande de lo que se pensaba. Hasta 79 especies la integran y eso sólo teniendo en cuenta los vertebrados. Dentro de esta familia, revela Mateo, hay tres grandes grupos en función de su alimentación. El primero lo forman los carroñeros especialistas, que son las veinte especies de buitres que hay a nivel mundial. En Asturias están presentes cuatro: alimoche, buitre leonado, quebrantahuesos y buitre negro. El segundo grupo son los grandes depredadores, como el oso, el lobo o el águila real, y el tercero, las especies generalistas: cuervos, zorros, jabalíes, mustélidos... Esto demuestra que "la carroña, que es como llegar a mesa puesta, la comen no sólo los buitres sino casi todas las especies que se alimentan de carne". Eso sí, la mayor parte son aves "por su capacidad para desplazarse más rápido y prospectar más terreno", señala la bióloga, que utilizó cámaras de fototrampeo en restos de caza mayor para llegar a estas conclusiones.

La importancia de los carroñeros, no sólo para los ecosistemas sino también para el ser humano, quedó demostrada hace casi veinte años en la India cuando a causa de un medicamento con el que se trataba a las vacas -principalmente, el diclofenaco- estaba envenenando a los buitres. El 90% de la población de aves carroñeras murió, desatando una auténtica epidemia en el medio natural e incrementando los casos de rabia entre los seres humanos. Si ellos no trabajan, nadie limpia el campo y por tanto, las enfermedades se multiplican.

En España no sucedió un episodio así, aunque la crisis de las vacas locas implicó la retirada masiva de carroña de la naturaleza. Hoy se sabe, según explica Patricia Mateo, que esta disminución de recursos no parece haber afectado a la población de la Cordillera Cantábrica, que continúa creciendo tanto en número como en extensión. Ahora el reto de los investigadores es demostrar que los patrones descubiertos se repiten de igual forma en Argentina, donde se están cazando especies exóticas, como el ciervo y el jabalí, que aquí son autóctonas. "Allí los principales carroñeros son los cóndores, pero queremos averiguar el papel que cumplen en comparación con el resto de vertebrados", concluye Mateo.

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