Será quizá porque los días se han vuelto más complicados desde que recibimos la triste noticia, que tanto nos ha afectado. Pero hoy es una de esas noches donde los sueños han cedido el sitio a los pensamientos y a las reflexiones. Una noche más, aunque también un poco especial.

Al final he decidido afilar la pluma y desparramar aquí mis sentimientos. Me gusta escribir y lo hago a menudo a modo de desahogo, pero no me gusta hacerlo público. Quizás ha sido la perdida de Flor Montes lo que me ha animado hoy a expresarme sin complejos ni cobardía.

No la he conocido personalmente, y sólo he llegado a tiempo de leer algunas de sus publicaciones, pero su pérdida me ha afectado mucho. Quizá porque ya cada una de nosotras formamos parte de un todo, desde el momento en que nos unimos al grupo. Algo que hace que las penas, las alegrías y los dolores de cada una los vivamos como nuestros, a pesar de la distancia y de que ni siquiera nos pongamos rostro algunas veces. Pero no sé por qué extraña magia (o si lo sé...) lo que nos une es algo muy fuerte y nada lo que nos separa. Ni siquiera los apasionados y constructivos debates, que aquí se abren algunas veces, gracias, y por algunas personas que saben dejar la pregunta o la frase justa para que todas nos lancemos a opinar.

Hoy menos que nunca me siento una chica rosa, dentro de un grupo rosa. El CMM (cáncer de mama metastásico) no tiene nada de rosa, ni de femenino, porque las enfermedades que siegan vidas como la de nuestra compañera no tienen sexo ni color. Por mucho que se empeñen algunas marcas comerciales, de las que me desligo a menudo y especialmente hoy, en vender una imagen irreal de esta enfermedad.

La mujer con pañuelo y amplia sonrisa, llena de vida, con cejas y perfectamente maquillada se distancia bastante de la realidad injusta y sombría que todas conocemos. Tan injusto como ese bombardeo continuo e insistente de que tenemos que mostrarnos siempre guapas luchadoras y femeninas en honor a no se qué marcas de compresas, maquillajes y otros intereses comerciales. ¿Qué empresa de publicidad aceptaría una foto nuestra a los pocos días de ponernos el tratamiento?

Hasta el problema estético de la calvicie y la mastectomía ha dejado de ser importante a ciertas alturas del estadio IV. Es la lucha por la supervivencia y la calidad de vida lo que nos une. Es dura la aceptación de nuestro día a día. El esfuerzo por encajar como algo natural lo que hace poco considerábamos inaceptable. En nuestro continuo aprendizaje de aceptación y conformidad, ya ni siquiera aspiramos a curarnos, sólo deseamos que la enfermedad se cronifique. Y así poco a poco cada vez le vamos pidiendo menos a la vida. Al mismo tiempo que vamos aprendiendo de ella lecciones maravillosas.

Vosotras, mis compañeras de trayecto, me habéis ratificado algo que ya hace tiempo había descubierto a lo largo de todos estos años de enfermedad: que las mejores cosas de la vida son gratis, y no se valoran porque no cuestan dinero, el sol, el olor del mar, una palabra de consuelo, incluso un abrazo virtual de alguien que te entiende porque está viviendo tu misma realidad.

Que lo importante son las cosas pequeñas, las que provocan remolinos de emociones que calientan el alma y devuelven el brillo a la mirada.

También hemos aprendido a asumir el dolor del alma, ese que no remite con analgésicos. Y lo vamos calmando con nuestras frases bonitas de apoyo, aquellas que todas tenéis para las demás, en el momento justo y con el significado preciso. Pero a veces es el dolor físico el que no nos permite llevar nuestro día a día de forma natural. Ese que ni nuestro amor, ni nuestros mejores deseos pueden paliar. Y aun así, seguimos creciendo juntas entre nuestro dolor, nuestros miedos y nuestros buenos deseos como si nos conociéramos desde niñas.

Gracias a todas por acompañarme en este viaje. Y gracias a ti, Flor Montes, por los momentos compartidos, pero, sobre todo, gracias por darme la fuerza suficiente para atreverme a expresar públicamente todo lo que siento.

Hoy no es un día rosa, ninguno lo es para nosotras. Hoy es un día para mostrar realidades, pero, sobre todo, es un día de ausencias y despedidas. Que la paz y la felicidad te acompañe en tu nueva vida, compañera. Buenas noches. Soñad bonito.