"Escuché un estruendo tremendo y pensé que se nos había caído la montaña encima". Así relató José Millán Martínez el instante del accidente ocurrido a primera hora de la mañana de ayer a la puerta de la casa en la que tiene su vivienda y su bar, en Niserias (Peñamellera Alta), al volcar un camión que transportaba 32.000 litros de combustible. Como consecuencia del siniestro perdió la vida el conductor del camión, José Manuel Barroso Lastra, natural de Heras (Cantabria) y vecino de Santander, de 37 años, cuyo cuerpo fue excarcelado por los bomberos dos horas después del accidente. Además, unos 30.000 litros de gasóleo llegaron al río Cares, lo que provocó la muerte de cientos de truchas y salmones, una situación que agentes del Medio Natural califican de "desastre ecológico".

Fue un cúmulo de fatalidades el que desembocó en la trágica muerte del camionero, al estrellarse la cabina del vehículo contra el quitamiedos en el kilómetro 45 de la AS-114, que une Cangas de Onís y Panes. El camionero iba a realizar otra ruta, pero un problema con una báscula le llevó a llamar a las tres y media de la madrugada a un compañero que debía cargar combustible en Bilbao y llevarlo hasta la gasolinera de Arenas de Cabrales. "Se ofreció a hacer el viaje él", rememoró visiblemente afectado el compañero al que sustituyó, que viajó ayer junto al gerente de la empresa de transporte hasta Niserias con otro camión para recoger el poco combustible que aún quedaba en el vehículo siniestrado.

A eso de las cuatro de la mañana, José Manuel Barroso Lastra cargó el combustible en la capital vizcaína , 27.000 litros de gasóleo (de locomoción y de calefacción) y 5.000 de gasolina, y arrancó hacia Asturias. Había hecho esa ruta decenas de veces. A las ocho y veinte de la mañana, por causas que investiga la Guardia Civil, el transportista perdió el control del camión en una curva. El vehículo volcó y fue a estrellarse contra el quitamiedos del carril contrario, quedando a apenas diez centímetros de la casa de José Millán Martínez y su bar, La Central. De hecho, el camión aplastó literalmente el coche del empresario, aparcado junto a la casa. Al oír el estruendo, el peñamellerano miró por la ventana. "Solo vi un cauce correr por la carretera y cuando me acerqué vi que bajaba mucha sangre (en realidad era combustible de calefacción, de color rojo) mezclada con gasóleo", relató. "Supe que había poco que hacer. El conductor debió fallecer en el acto porque no respondía a las llamadas", contó.

Llamó a los servicios de Emergencia y se acercó a su negocio, con la intención de bajar los automáticos y evitar un incencio. Entonces resbaló y sufrió una fractura en el brazo izquierdo. Un hijo suyo, Millán, lo trasladó al hospital de Arriondas, donde, tras esperar más de dos horas para ser atendido, fue escayolado.

"Podría haber sido aún peor si hubiera coincidido con los horarios de comidas porque (el camión) quedó a escasos metros del toldo de la terraza del bar", apuntó su hijo. Y también si el camión hubiera impactado contra la casa. Un agente de la Guardia Civil señaló la similitud entre el accidente de ayer y el ocurrido hace años en Vidiago (Llanes), al estrellarse un camión contra una casa, que también era bar y vivienda, y en el que murió el hijo del propietario, que dormía en el edificio.

El camionero fallecido ayer estaba casado, había sido militar, llevaba trabajando varios años para la empresa Transportes Martiño, y en la actualidad estaba preparando oposiciones para guardia civil. Era un amante del deporte, en especial del ciclismo y solía participar en pruebas de cicloturismo en Cantabria.

El vertido de combustible al Cares dejó tras de sí cientos de peces muertos y un fuerte olor a gasóleo, incluso varios kilómetros río abajo del lugar del accidente. El gasóleo se acumulaba especialmente en las zonas en las que remansa el agua, donde los peces suelen acudir a descansar y guarecerse. Los expertos señalaron la posibilidad de que el Principado cierre el río a la pesca para lo que queda de temporada. Los servicios de Emergencias de Asturias y Cantabria colocaron en el río barreras absorbentes para intentar controlar el vertido y el Ejecutivo activó el Plan de Transporte de Mercancías Peligrosas del Principado de Asturias (PLAMERPA). La carretera permaneció cortada durante más de nueve horas, hasta las seis de la tarde.