El proceso de implantación de la mayoría sanchista en el PSOE se abre paso por España plaza a plaza, imponiendo por la fuerza de los votos el relato de la candidatura del nuevo secretario general. Comprobando que ganar tampoco va a ser fácil. El PSOE según Pedro Sánchez gana terreno en los precongresos autonómicos sin acallar la oposición susanista y pisando en algunos el callo de la "plurinacionalidad". La sola mención del término en el texto sanchista ha puesto orejas tiesas y pelos de punta en el bando de apoyo de la presidenta andaluza -pasó el domingo en Asturias-, pero hay en la facción de Sánchez quien se sorprende del revuelo y saca documentos y aduce que en el fondo, en la acalorada discusión del modelo de Estado, hasta puede que después de todo estén todos hablando de lo mismo.

El concepto de nación sanchista, tratan de tranquilizar fuentes de la candidatura vencedora, ni pone en cuestión la unidad del Estado ni atenta contra la soberanía nacional ni agita el árbol del soberanismo para que caigan votos. Sería "una cuestión de sentimiento mas que de estructura de Estado" y además coincidente en algunos de sus puntos con la sustancia de la Declaración de Granada, el documento al que viven abrazados los socialistas desde que en el verano de 2013, en la ciudad nazarí, consiguieron embridar los ardores del PSC y obtuvieron su adhesión a la necesidad de "constitucionalizar" el federalismo que España ya tiene de facto en su organización autonómica.

En la candidatura de Sánchez hay quien lee el texto aprobado en Granada, cuando Javier Fernández era coordinador del Consejo Territorial del PSOE, y encuentra un párrafo que no menciona expresamente aquello de "perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado", pero que viene a defender, eso sostienen los seguidores del secretario general entrante, postulados similares. La palabra "nación" no aparece en todo el documento, que sí dice que "necesitamos reformar la Constitución para incorporar los hechos diferenciales y las singularidades políticas, institucionales, territoriales y lingüísticas que son expresión de nuestra diversidad".

En versión financiera, sigue la comparación, el modelo territorial de Sánchez aboga por la reforma del sistema de financiación autonómica hacia "el reequilibrio de la dimensión territorial de la inversión pública" y la Declaración de Granada, por un nuevo paradigma "que dé certeza, estabilidad y equilibrio al sistema de reparto de los recursos públicos". "Todo esto", concluyen desde la facción sanchista, "traslada la idea de país que el PSOE tuvo siempre y quiere seguir teniendo".

No entienden la discusión más que a la luz del embrollo interno en el que las familias socialistas viven enredadas desde hace meses. Perciben algún interés de "generar miedo" alrededor del proyecto de Pedro Sánchez y rechazan con apelaciones a la historia la tesis de quienes sostienen que las menciones a un país plurinacional contradicen la tradición más arraigada del partido. Llaman también a "poner sordina" en lugar de exagerar o amplificar debates sobre asuntos que pueden poner en cuestión la estabilidad del país y aducen que su pretensión es la búsqueda de remedios para un problema que el Gobierno del PP está tratando de resolver "mirando para otro lado".

El caso es que el debate remite a una vieja controversia en la que el PSOE se ha movido casi siempre con alguna dificultad, tratando de encontrar el encaje y la formulación precisa para su modelo de estado descentralizado y federal.