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El debate socialista sobre el modelo de país

Juristas emplazan al PSOE a aclarar si su "plurinacionalidad" tendría efecto político

Constitucionalistas asturianos dudan de que un reconocimiento de nación puramente semántico o cultural pueda contentar a los secesionistas

Juristas emplazan al PSOE a aclarar si su "plurinacionalidad" tendría efecto político

"Vamos a ver, Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?" La pregunta de Patxi López en el debate entre candidatos a la secretaría general del PSOE, hace ahora dos semanas, vuelve a resonar de fondo en el debate que escenifica las diferencias que tienen el partido partido en dos. El abrazo socialista a la España "plurinacional", que los precongresos van aprobando por España a iniciativa de los seguidores de Pedro Sánchez, que ha levantado las suspicacias de los afines a Susana Díaz y dirigió una de las discusiones más agrias en el cónclave asturiano del pasado domingo, levanta algunas dudas cuando se plantea en el territorio de la teoría del Derecho Constitucional.

¿Nación? ¿Qué nación? Aquella pregunta de Patxi López anticipó lo que ha sucedido después. Se repite. Emerge de nuevo cuando el asunto se plantea a juristas asturianos que pedirían más concreción para tratar de saber qué sería una nación a ojos de Sánchez, si sólo una "gracia" semántica de reconocimiento de singularidades culturales o un sujeto político que puede creerse legitimado a reclamar derechos. Porque no es lo mismo. Porque las palabras en política rara vez son inocentes y de cara a los ardores secesionistas de Cataluña la segunda acepción del término resulta extremadamente golosa. La primera puede llegar a ser inocua, irrelevante, si su efecto es una denominación expresa sin repercusiones políticas reconocibles, o llegar a generar malentendidos que agraven aun más el problema, o que incluso, opinan los juristas consultados, ofendan a los territorios que aspiran a un estatus político determinado y pueden no ver colmadas todas sus expectativas.

El texto de la candidatura de Sánchez pide literalmente "perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado apuntado en el artículo 2 de la Constitución" previa aclaración de que la soberanía nacional es intocablemente residente "en el pueblo español". La Carta Magna, hoy, "sólo se refiere a una nación", precisa Ramón Punset, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo. "Menciona nacionalidades y regiones, donde nacionalidades ya son naciones, aunque sin Estado", de suerte que "desde el punto de vista lingüístico no hay ningún problema en reconocer que Cataluña es una nación". Pero resulta que el problema no va a poder ser sólo semántico, que esta batalla se libra en territorio de lo político y que "si nación" equivale al advenimiento de un sujeto político, remata el argumento Punset, "la lectura que se haría en Cataluña es el otorgamiento del derecho de autodeterminación".

Siempre cabría la posibilidad de declarar irreformable el artículo que consagra la indisolubilidad de la nación, como hacen las constituciones italiana o francesa. Y a partir de ahí, "semánticamente, se podría avanzar el paso más de otorgar títulos de nación", opina el constitucionalista asturiano, "pero podría suponer la entrega de más armas ideológicas a los secesionistas".

El término "plurinacional" puede ser una bomba para el soberanismo o una tormenta seca. "Depende de los términos en los que se redacte", opina su colega Miguel Presno. La única redacción disponible, a falta de la que salga del congreso federal de junio, menciona el término sin anestesia ni apellidos, con una "ambigüedad no sé si calculada" y el solo corolario de que se respeta la residencia en el pueblo español de la soberanía nacional y se descartan derechos de autodeterminación. Presno asiente a que "dicho así, puede ser mucho o no ser nada. En Derecho, la cuestión está en los detalles" y aquí faltan. "No se sabe de qué está hablando", si abraza el término nación en su sentido político o en el simple guiño cultural. "Puedo admitir decir que nación tenga significado puramente sociocultural", abunda Presno, "pero no sé en qué medida puede contentar a los independentistas si no lleva consigo más poder político".

Preámbulo

El debate remite lejanamente a la discusión que se desencadenó por la inclusión del término "nación" en el preámbulo del estatuto de Cataluña, luego cuestionada por el Tribunal Constitucional. La formulación olvida, tercia el catedrático Ignacio Villaverde, que las denominaciones "jurídicamente tienen efectos". Que si algunos territorios tienen la aspiración de ser considerados como nación "es para algo". "La idea de nación", enlaza, "siempre se ha ligado a la existencia de un pueblo nacional, de un soberano nacional. Sin soberanía, la nación se reduce a un fenómeno cultural o étnico. Y si le quitamos el atributo de la soberanía le hacemos flaco favor a los territorios que aspiran a ser naciones y que si tienen esa pretensión es precisamente porque quieren un poco de soberanía". Late aquí cierta concepción de que fundamentalmente en Cataluña "se quedarán contentos" con la simple denominación y eso se le aparece a Villaverde como un planteamiento de cierta ingenuidad. "Siempre se le ha reprochado al PSOE", concluye, "y ahora sobre todo a los sanchistas, esta indefinición sobre el modelo territorial. Van en la estela del zapaterismo".

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