Asturias Ganadera ha mostrado este lunes su preocupación ante los "cada vez más frecuentes episodios protagonizados por los osos que se acercan peligrosamente a las zonas pobladas y causan cuantiosos daños a los ganaderos". Y es que el colectivo ha asegurado que "actualmente hay muchos osos y es una gran mentira decir que están en peligro de extinción". "No entendemos por qué nos engañan", aseguran.

"No se por qué nos engañan, el oso no está en peligro de extinción y causan daños", claman desde Asturias Ganadera

El colectivo exige a la consejería que tome cartas en el cuanto y ha advertido de que estamos ante un problema que "de no atajarse se agravará y desbordará a vecinos y Administración". "El descontrol y la falta de gestión, como ya ocurrió en el caso de lobos y jabalíes, están provocando miedo y aversión a la especie", ha indicado el portavoz del colectivo, Xuan Valladares.

Otro de los integrantes de Asturias Ganadera, Anselmo García, ha ido más allá y ha asegurado que si el número de ejemplares sigue creciendo al ritmo que lo hace desde 2003 y según los datos de la Fundación Oso, de los 240 actuales se podría llegar a los más de 900 en diez años.

"Actualmente hay ya 240 osos en una zona muy pequeña y con muy pocas posibilidades de expansión, lo que constituye ya un peligro inminente", destacó García, que además ha lamentado que la consejería se niegue a reconocer los daños que estos animales causan en la cabaña ganadera.

Es el caso de Lisardo García, ganadero de Teverga que pierde al año un centenar de cabras de las 450 que posee y que asegura que no todas las mata el lobo, sino que parte de ellas las matan los osos pero la consejería no quiere reconocer esos daños, que se pagan un 10% por encima.

"Pierdo animales y además pierdo la subvención de ganadería extensiva ya que resulta imposible comercializar el 60% de la producción porque casi el 50% me las matan o el lobo o el oso", lamenta García, quien afirma que en lo que va de 2017 ya le han matado 40 cabras.

Por todo ello Asturias Ganadera propone una serie de medidas que van desde la creación de un 'teléfono oso' para dar aviso de los avistamientos a otras medidas como la identificación genética de los ejemplares, la determinación de áreas de protección libres de osos o el imprescindible reconocimiento de los daños.