Emilio Miguel Domínguez (Avilés, 1971) es el director de operaciones de RDT INC., la planta que la multinacional vasca Tubos Reunidos posee en Texas (EE UU). Esta posición le otorga un papel privilegiado para analizar el impacto de las políticas de Donald Trump en la economía estadounidense y, por extensión, en el resto del mundo. Los productos que se fabrican en la planta que dirige se destinan al mercado petrolífero, clave en el tablero geopolítico y económico global.

- Trump es fuente de incertidumbre para todo el mundo. ¿Llega a ser preocupante?

-La incertidumbre inicial, tras su elección, respecto a las políticas fiscales y económicas anunciadas y su desarrollo, hace que resulte difícil establecer cómo van a afectar a largo plazo tanto a las empresas americanas como a las españolas asentadas en EE UU o con negocios aquí. Pero es cierto que a corto plazo las diferentes medidas que ha anunciado desde que inició su campaña electoral, las fiscales, sociales, de inversión, en el comercio y la energía, han favorecido la reactivación de la actividad industrial en sectores como el metalúrgico, automoción, el petróleo y el gas...

- ¿Cuánto ha repercutido en lo que afecta a su compañía?

-El número de pozos petrolíferos ha aumentado en más de 400 unidades en los últimos meses, y eso está resultando muy positivo para nosotros.

- También habrá influido el precio del petróleo.

-Sí claro. La situación actual, tanto del precio del petróleo como del gas, es estable. El precio del barril oscila entre los 50 y los 55 dólares. Y la tendencia a largo plazo creemos que va a ser alcista. Por un lado, por el incremento de la demanda, con la progresiva recuperación debido al paulatino incremento de la actividad económica en la mayoría de los países importadores. Y por otro, porque hay una disminución de la producción de petróleo bruto, por el control de la oferta por parte de los países productores (OPEC) y porque el crudo es un recurso natural no renovable condenado a agotarse. Pero es importante considerar que la oferta y la demanda no son los únicos factores que pueden influir en el precio. Las decisiones políticas, los conflictos que pueden afectar a países productores o consumidores pueden influir en el precio del barril de forma puntual.

- Ustedes importan los tubos que se fabrican en España y los acaban a medida para sus clientes. ¿No les afectan las medidas arancelarias?

-La cancelación del acuerdo transatlántico para el comercio y la inversión entre Estados Unidos y Europa, y las posibles nuevas políticas arancelarias abren un periodo de incertidumbre a las importaciones-exportaciones con España y con Europa. La aplicación y desarrollo de estas medidas y el comercio con otro países como China, marcarán la evolución. Se debe tener en cuenta que Trump no es partidario de un dólar fuerte; lo prefiere más débil y que permita tener una balanza comercial positiva. Esto hace que las empresas europeas que quieran exportar a Estados Unidos han de ser competitivas. Hay que pensar que la producción doméstica no puede abastecer toda la demanda, por lo que será necesario importar, si se toman medidas para frenar las importaciones de países como China. Esto será una gran oportunidad para empresas europeas, españolas y cómo no, para las asturianas.

- Por partes. Las medidas arancelarias que ha anunciado Trump ha obligado también a que grandes compañías hayan tenido que replantearse sus proyectos.

-Sí. Ford y Toyota, por ejemplo, han tenido que hacerlo con las inversiones que tenían previstas para hacer nuevas plantas fuera de Estados Unidos. Pero en el caso del petróleo, que es el que nos afecta a nosotros, las medidas anunciadas por Trump han favorecido que aumente el negocio de manera exponencial. La demanda se ha incrementado drásticamente desde finales del año pasado para el sector de la perforación y el petroquímico.

- ¿Cree usted que las empresas españolas, y más en concreto las asturianas del metal, que ya han viajado a Texas en busca de negocios, tienen oportunidades?

-Cualquier momento de cambio, como el actual, es una oportunidad. Aquellas organizaciones que sepan adaptarse mejor a los cambios, o buscar nuevas oportunidades de negocio en este entorno, son las que van a marcar la diferencia y a tener éxito.

- ¿Qué tiene que hacer la empresa asturiana para entrar en el mercado estadounidense?

-Es importantísimo disponer de buenos contactos. Es necesario contar con una red previa: darse a conocer, establecer relaciones, el marketing... Se necesita un trabajo previo de tarea comercial. Eso exige inversión en tiempo, con independencia del tamaño de la empresa, para saber si el producto o el servicio que se oferta es el adecuado, si es necesario especializarse o no...

- ¿Es muy intenso el choque cultural de trabajar en España y hacerlo en Estados Unidos?

-Sí, sobre todo lo que tiene que ver con las relaciones laborales. Aquí no existen largas vinculaciones con la empresa. A la gente no le importa trasladarse miles de kilómetros si eso significa un trabajo donde vaya a cobrar más. Lo que más les interesa es el seguro médico y las horas extras que puedan hacer. Es difícil consolidar plantillas cualificadas y cohesionadas. Ese es un reto que hay que afrontar para incrementar la capacidad productiva.