Podemos quiso activar el debate sobre la "regulación integral", dijo el diputado Enrique López, del cultivo y el consumo de cannabis, pero la Junta no lo acabó de ver. Era, añadió de palabra mucho más de lo que contenía el texto de su proposición, "normalizar desde las instituciones lo que la sociedad de manera mayoritaria ya ha normalizado", hablar de regular el uso lúdico y el terapéutico, incluso de explorar los beneficios del cultivo de la marihuana como activo agrícola para "un nuevo modelo productivo". La cámara no lo ve claro. La formación morada sólo tuvo de su lado sus votos y los de IU, éstos entre otros motivos por la prueba de ineficacia de las políticas "prohibicionistas", defendió Marta Pulgar. El resto del hemiciclo reprobó la iniciativa por la consideración unánime de que el parlamento autonómico no es el espacio adecuado para tratar el asunto, pero también por su escasa consideración de los perjuicios de la droga para la salud o de la falta de evidencia científica sobre sus beneficios terapéuticos.

El debate se prestaba al chascarrillo y las aportaciones contrarias a la iniciativa podemista sacaron al pleno de su atonía en varios picos fugaces de intensidad. Armando Fernández Bartolomé (Ciudadanos) criticó el "relato flower power sobre el consumo del cannabis", y le salió el profesor cuando definió el "buen rollito" como "hacer deporte y estudiar mucho, no fumar porros", mientras Carlos Suárez (PP) hacía de médico diciendo que el cannabis "no tiene a día de hoy ninguna indicación terapéutica" y de político afeando a Podemos que su único propósito era "la propaganda. Quieren salir en la foto y echarse unas risas", concluyó. Cristina Coto (Foro) llama "capitalismo de cannabis" al vínculo que establece Podemos entre el cultivo y la dinamización económica y Carmen Eva Pérez Ordieres (PSOE) situó a su grupo del lado de la salud pública y a favor de "huir de la frivolidad".