La familia de Ignacio Echeverría ha tenido que soportar una auténtica tortura de parte de las autoridades británicas, que tardaron cuatro días en comunicarles qué había ocurrido con él. Tuvo que ser el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, quien lanzase un ultimátum para que finalmente diesen alguna noticia a la familia. Un día después del atentado, los padres y hermanos de Echeverría lanzaron una llamada de ayuda para tratar de localizar al abogado. Por el testimonio de los amigos que habían estado con él en Borough Market, se sabía que podía estar herido. Sin embargo, la petición de información a las autoridades y el peregrinaje de sus familiares por los hospitales londinenses no dieron fruto alguno. Los británicos se acogían al secreto de las investigaciones; más tarde al hecho de que aún no se había cerrado el informe de la autopsia y por tanto no podía facilitarse información alguna. En ese momento, se sabía que había siete fallecidos -había un octavo, un francés que fue encontrado en Támesis-, de los cuatro permanecían sin identificar. No fue finalmente hasta el pasado miércoles, día 7, que finalmente las autoridades admitieron que Echeverría se encontraba entre los asesinados. Llegó a especularse con que la tardanza tenía que ver con que Echevarría había muerto por "fuego amigo" de los agentes que abatieron a los terroristas, pero esa posibilidad se ha descartado. Pese a la incertidumbre vivida, la familia ha reaccionado con agradecimiento, tanto a las autoridades británicas como españolas.