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MIGUEL FANJUL CALLEJA | Profesor mercantil jubilado, abonado número 1 del Sporting y socio número 3 del Real Club Astur de Regatas

"No hay que dar mayor importancia al descenso del Sporting, es un equipo ascensor"

"Me parece que Gijón tiene futuro con las pequeñas empresas tecnológicas, la cosa tiene que ir por ahí, y que siga la siderurgia donde está, que es fundamental"

El pasado día 4 de abril Miguel Fanjul (a la izquierda, sujetando una bandera del Sporting) descubrió con el exfutbolista Molinucu (también con la bandera) un busto de Anselmo López, fundador de la entidad balompédica. J. J.

Miguel Fanjul Calleja (Gijón, 1923) es, a sus 94 años (cumplidos el pasado 18 de mayo), historia viva de Gijón, de la villa de los paseos por la calle Corrida para "refrescar con las chavalas", de los bailes en Somió Park, de las excursiones veraniegas a la playa de La Ñora, de la Escuela de Comercio (donde obtuvo el título de profesor mercantil), de la ciudad eminentemente industrial y portuaria de la construcción de la factoría siderúrgica de Uninsa en los años del desarrollismo, de un Sporting que peleaba, con grandes dificultades económicas, por no descender de Segunda División y de la última época dorada de las tertulias en los cafés de Corrida. Miguel Fanjul Calleja, jubilado desde 1989 de la empresa Trefilería Moreda, donde fue jefe administrativo y comercial, también es el abonado número 1 del Real Sporting (fue directivo de la junta presidida por Víctor Manuel Felgueroso Suardíaz), el socio número 3 del Real Club Astur de Regatas y socio desde hace muchos años del Real Grupo de Cultura Covadonga (donde hasta hace un año iba a nadar todos los días).

Sporting, Club de Regatas y Grupo Covadonga. "En 1928, cuando yo tenía 5 años, se jugó en El Molinón el partido internacional entre las selecciones de España y de Italia. Al día siguiente recuerdo que hubo otro partido y me llevó mi padre, que fue directivo del Sporting, y lo que más me prestaba no era ver el partido, era asomarme y ver a la gente saltar la tapia para colarse sin pagar en el campo. Nunca jugué al fútbol ni a nada. Hice vela, snipe, y era muy agradable, pero nunca gané una regata. Recuerdo que fuimos una vez a regatear a Luarca y llegué el primero, pero la regata se anuló por falta de viento, así que me quedé sin trofeo. Soy el abonado número uno del Sporting desde el año 2016. Del Club de Regatas soy el número tres, me hice socio en 1947, aunque empecé siendo socio del Grupo Covadonga en el año 1941 (la entidad se fundó en 1938). Pero después, cuando me hice socio del Club de Regatas, me di de baja. Volví a darme de alta cuando Jesús Revuelta empezó con el proyecto del Grupo 2.000 (a finales de los años sesenta; Revuelta era el presidente grupista y el Grupo 2.000 fue el traslado de las instalaciones de la entidad desde la calle de Emilio Tuya a unas nuevas, las actuales, en la zona de Las Mestas), pensé que teníamos que ayudar todos, así que me hice socio otra vez. Pero no iba casi nada hasta que me jubilé, entonces empecé a ir todos los días a nadar a las nueve de la mañana. Como el Grupo Covadonga, con sus instalaciones, puede que no haya en España nada parecido, pero es que, además, Gijón también tiene el Club de Tenis, el de golf, el Santa Olaya y todos los clubes de fútbol. Los gijoneses siempre fueron muy deportistas".

En la directiva del Sporting. "Yo era muy amigo de Víctor Felgueroso y un día me vino a ver y me dijo: 'Quiero que vengas conmigo de contador', era mi profesión, pero de fútbol no tenía ni idea. Víctor Felgueroso era directivo de la fábrica de cervezas La Estrella de Gijón, propiedad de los Suardíaz. Me fue a buscar a La Calzada, cerca de la fábrica de cerveza, yo llevaba entonces la contabilidad de Talleres Guerra. Estuve en la directiva desde 1961 hasta 1967. Coincidí, por ejemplo, con Miguel Díaz Negrete (arquitecto que era hijo de José Avelino Díaz Fernández-Omaña, que fue arquitecto municipal de Gijón), y el tesorero era Pío Canga. Yo tenía que hacer los balances y llegamos a deberle a Víctor Felgueroso, bueno, el club, cerca de cuatrocientas mil pesetas que había adelantado, pero cuando salimos se le pagó todo (Víctor Manuel Felgueroso Suardíaz fue elegido, por aclamación de los socios compromisarios del club, presidente del Sporting, en una junta general ordinaria celebrada el 26 de agosto de 1961. Entonces, la liquidación de la última temporada acusaba un déficit de 1.467.942 pesetas. Dos años después la entidad registró un superávit de cerca de 225.000 pesetas. Víctor Felgueroso dejó la presidencia en 1967). El Sporting se nutría económicamente sólo con los socios y con las entradas de los partidos, pero no tengo ni idea de lo que se pagaba por los fichajes. Ser directivo del Sporting era ser una persona muy conocida en Gijón. Teníamos la sede del club en el edificio del Monte de Piedad y Víctor Felgueroso iba todos los días. No voy a El Molinón a los partidos desde hace mucho y tampoco conozco cuál es mi localidad. Ahora el equipo vuelve a Segunda, pero estamos acostumbrados, no hay que dar mayor importancia, el Sporting es un equipo ascensor, como muchos".

Real Oviedo. "Con el Oviedo nos llevábamos bien. Teníamos una comida todos los años, invitaba el presidente a los directivos y jugadores, en el restaurante El Mirador (ya desaparecido, estaba ubicado en la actual calle de Gregorio Marañón) y siempre iba Ricardo Vázquez-Prada (director del diario ovetense "Región"), que era recalcitrante del Oviedo, pero buen paisano".

Tertulia. "La formamos hace muchos años varios amigos como Cueto-Felgueroso, José Guerra, Juan Ramón Pérez Las Clotas. Primero estuvimos en el Manacor, luego pasamos al Montana, donde estuvimos muchos años, después al Yuste y cuando se hizo el nuevo Club (las instalaciones sociales del Real Club Astur de Regatas de la calle Corrida) ya vinimos para acá. Eran tertulias donde se hablaba de todo y aunque políticamente éramos todos del mismo lado aun así había discusiones. Nuestra tertulia se fue renovando, pero creo que la gente joven ya no es de tertulias y ahora nosotros somos tres y otras veces no llegamos a cinco. La vida te va acomodando a lo que tienes y tampoco echo de menos el trabajo, lo pasé muy bien trabajando, tuve siempre la gran suerte de tener unos jefes estupendos y unos subordinados fenomenales. Viajé mucho por motivos laborales y me parece que Gijón tiene futuro con las pequeñas empresas tecnológicas, la cosa tiene que ir por ahí, aunque el Gijón industrial seguirá, pero con una industria especializada, y que siga la siderurgia donde está, que es fundamental".

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