"Estos son los ahorros del trabajo de toda una vida, mía y de mis padres", aseguró José Ángel Fernández Villa cuando llegó, en noviembre de 2012, al despacho de José Manuel Fernández, entonces asesor fiscal del Montepío de la Minería y la persona que se encargaría de regularizarle 1,2 millones. Al menos es lo que aseguró Fernández en su larga declaración de tres horas ante la jueza Begoña Fernández y los fiscales de Anticorrupción Carmen García Cerdá e Ignacio Stampa el pasado día 1. Fernández fue prolijo en su descripción de este momento clave en la investigación de la "trama del 8 por ciento". Villa llegó con el dinero en bolsas, ayudado por José Antonio Postigo, porque estaba tan deteriorado que no podía con el peso. Tuvo que contar el dinero, porque no sabía lo que tenía, y además venía en un revoltijo. Al final se marchó sin preguntar cuánto debía.

Fernández ya le había arreglado un pequeño problema fiscal a Postigo. Le abrieron una inspección por las obras de los chalés de Mayorga (Valladolid) y Fernández, que también hacía favores personales a los directivos del Montepío, le llevó el asunto. Fue ya entonces cuando salió a relucir "un dinero le había dado su padre, que había vendido unos terrenos durante el 'boom' inmobiliario en Torre del Mar en Málaga". A Postigo lo sancionaron.

Luego, vino la regularización. "Más adelante me dice Postigo: 'Que me dijo un amigo que hay ahora una regularización fiscal y tengo un poco más de dinero del que me dio mi padre. ¿No podría hacerla yo?'. Yo le dije que sí, que por donaciones, pero me dijo que su padre estaba mal y que no podía decirle que hiciera nada. Me pidió que le hiciésemos el documento y unos días después me viene: 'Oye, ¿y a José Ángel, que también tiene ahí un dinero de unas herencias, y que está separado de su mujer y no tiene el dinero en cuentas y ahora va a volver a casarse con ella?'. Le dije, bueno, vale. Que yo sepa, no es traficante de drogas, ni de armas, ni de seres humanos. No hay ningún problema", asegura.

Al parecer Villa no quería ingresarlo en la Caja de Ahorros, y quería que se lo hiciese el asesor porque era una persona muy conocida. "Un día llega por el despacho con todo el dinero. Y dijo: 'Estos son los ahorros del trabajo de toda una vida mía y de mis padres'. Primera vez que tenía a Villa delante. El dinero estaba todo revuelto. En el Santander, me dijeron que no, porque no era cliente. Lo comenté con el abogado del BBVA y me dijo que no había problema. El dinero aquel día quedó allí en el despacho, no en mi caja de seguridad en el Santander", aseguró.

Ante los fiscales y la jueza, Fernández insistió en que aquello no le dio mala espina. "Nunca pensé que ninguna de estas personas estuviese en algo ilegal", aseguró. En cualquier caso, la decisión de legalizar "la tomó él", pero en cualquier caso le pareció positivo que lo declarase ante Hacienda. Lo cierto es que "el volumen del dinero de Villa era bastante importante". Lo tuvo que llevar al banco con una compañera de despacho, "porque pesaba mucho para uno solo". Al despacho, Villa llevó el dinero con Postigo. "Postigo no lo tuvo que contar, Villa sí, porque no sabía lo que había, de hecho sobraron unos euros que se quedó. Probablemente había algún billete de 500", explicó Fernández.

Los fiscales estaban muy interesados en saber si los dos llevaron el dinero junto y lo repartieron. "Lo llevaron en bolsas. Postigo ayudó a Villa, por su estado. Encontré a una persona superdeteriorada. Villa no podía cargar con ellas", aseguró. Lo vio dos veces, el día que llevó el dinero y al día siguiente, para firmar la legalización. Por la gestión no vio un duro. "Y no le pedí nada, y el tampoco me preguntó cuánto me debía", contó el asesor. Al final han terminado los dos enfangados en el mismo delito.