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Gedrez: a la hierba seca bajo un sol de justicia

El pueblo de Cangas del Narcea monta un festival dedicado a la tarea del campo como antaño: "Muy costosa por el calor"

Carlos García y José Jalón, preparando el balago en Gedrez DEMELSA ÁLVAREZ

El campo asturiano ya está en plena campaña de recogida de hierba seca, que en el Suroccidente se prevé en los próximos días con mucho calor. Ayer comenzó a notarse, lo que ya ha animado a muchos ganaderos a sacar de nuevo su maquinaria a las fincas y a prepararse para un fin de semana de trabajo intenso.

En Gedrez (Cangas del Narcea) convertirán la tarea, además, una fiesta y celebrarán el III Festival de la Hierba Seca y el Pan, en el que los vecinos lo harán a la antigua usanza. Dejarán las segadoras y los tractores en casa y desempolvarán las gadañas y los carros del país. Pretenden rememorar la forma de trabajar el campo de antaño, su dureza, pero también la armonía y la unión vecinal que se desprendía de las largas jornadas bajo el sol.

"Antes iban al prao 12 paisanos a segar y luego otros tantos para arrimar la hierba", explica Antonio Rodríguez "Romay", uno de los organizadores. Y es eso precisamente lo que se pretende escenificar hoy en Gedrez desde las 11 de la mañana.

Una docena de hombres con sus gadañas comenzará la jornada clabuñando. Una vez que estén listas para cortar, se desplazarán al prado del Cura para iniciar la siega. "Antes había incluso piquilla por ver quién avanzaba más segando o quién lo hacía mejor", recuerdan. Por la tarde tocará recoger la hierba. Con una pareja de vacas tirando del carro del país, los jornaleros lo cargarán para hacer el tradicional balago. "Esto ahora no se hace, ya casi ni tocamos la hierba con la mano", apunta Fernando Marqués.

El pan será el otro protagonista del día. Se celebrará una mayada de trigo, que después se molerá. Con la harina se amasará pan y se cocerá en un horno. Además se harán demostraciones de oficios tradicionales. Para desarrollar la recreación se ocupará a unas 75 personas. "Para los mayores esto es una alegría muy grande, nos vienen muchos recuerdos de cuando nos juntábamos", recuerda Pepe Funsiquín.

A pesar de que las jornadas de trabajo eran "interminables y costosas por el calor", el recuerdo que queda en los que las vivieron es "la unión vecinal que había y que nos ayudábamos unos a otros", subraya José Rodríguez.

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