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Sanidad paga 230.000 euros por un fallo que propició que un joven perdiera un ojo

Una especialista privada diagnostica en media hora lo que una colega de La Lila no vio en tres años | "Sufrimos un calvario en manos de una médica indolente", lamenta la madre del afectado

Una oftalmóloga del ambulatorio ovetense de La Lila no fue capaz, en tres años, de detectar un tumor que terminó dejando sin visión en un ojo a un joven ovetense que ahora tiene 18 años. Ese mismo problema fue diagnosticado en tan sólo media hora por una especialista de un centro privado, el Instituto Fernández-Vega. Y, luego, la masa tumoral fue magistralmente extirpada por un equipo del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha determinado que el joven y su familia sean indemnizados con 230.980 euros por los trastornos causados por la negligencia médica. Esta cuantía ya ha sido desembolsada por la Consejería de Sanidad, que figuraba como demandada por la familia del paciente, junto a la compañía aseguradora de la Administración sanitaria. "Nuestro calvario duró tres años, en los que una especialista indolente se empeñó en no revisar bien a mi hijo", explicó a este periódico N. C. F., madre del muchacho.

"Pese a que el crío siempre pasó las revisiones que le correspondían, la oftalmóloga se negó siempre a hacerle las pruebas necesarias. No fue capaz de ver algo tan simple como que perdía campo de visión", agrega N. C. F. La sentencia del Alto Tribunal asturiano ha puesto precio a un fallo que ya había sido reconocido por los servicios de Inspección de la Consejería de Sanidad. "Todos los informes técnicos ponen de manifiesto que el retraso diagnóstico contribuyó de manera decisiva a disminuir las posibilidades de evitar el daño", precisa la resolución de la Inspección. El dictamen habla de "una inadecuada valoración oftalmológica inicial del cuadro clínico". Asimismo, indica que "no puede acreditarse de forma definitiva" la relación causal entre los daños sufridos por el paciente y la demora diagnóstica, dado "el comportamiento agresivo del tumor". Pero concluye que "si se hubiera diagnosticado y tratado en un plazo menor de tiempo, es probable que el resultado final hubiera sido más favorable".

El calvario de la familia se inició en el año 2008, cuando el niño "empezó a quejarse de la visión del ojo izquierdo", señala su madre. "La oftalmóloga se obcecaba en que no decía bien qué letras veía porque quería ponerse gafas", añade N. C. F. A lo largo de los tres años siguientes, el paciente siguió manifestando sus problemas, y la especialista no fue capaz de identificar la fuente del problema, un tumor denominado craneofaringioma.

Los padres del muchacho decidieron recurrir a un centro privado, y una especialista del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega diagnosticó el problema a las primeras de cambio. El tumor, de muy difícil acceso para los cirujanos, fue operado -"espectacularmente, pese a los riesgos que entrañaba", destaca la madre- por un otorrino y un neurocirujano del HUCA.

Ahora, pese a las secuelas oftalmológicas y endocrinas que sufre, y que ha logrado superar con esfuerzo, el joven paciente se dispone a mirar hacia adelante y a cursar una carrera universitaria fuera de Asturias.

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