Hoy el verano apaga el horno, pero ayer, los 36,3 grados de las tres de la tarde en Amieva eran más de cuarenta de sensación térmica. De largo el día más caluroso del episodio y del año. La humedad alimentó la impresión de calor en el comité de recepción del verano, que se presentó en la madrugada de ayer en el día del récord, con buena parte de la región sofocada y sostenidamente por encima de los treinta grados a la espera de que hoy un brusco cambio de tiempo devuelva junio a la normalidad. Por toda la geografía asturiana, pero sobre todo en el interior, el episodio canicular dio ayer la bienvenida al estío rebasando los 35 grados en Mieres (35,6), Ibias (35,3) y Cabrales (35,2). Piloña y Oviedo pasaron por encima de los 34, sin llegar aún en la capital hasta los 35,5 que marcaron en 2000 la plusmarca de un junio, y ningún termómetro bajó de los catorce de Leitariegos. Oviedo recibió al verano con más veinte a las seis y veinticuatro de la mañana, pasó de treinta a las doce y confirmó a las dos y media que el día iba a ser ayer, igual que en muchas otras localidades de la región, el más caluroso del año. En la costa, el día fue más benévolo y las máximas apenas rozaron sin tocarla la barrera de los treinta grados.

De repente, todo caerá hoy, las máximas hasta diez grados, como consecuencia de la entrada de vientos frescos del Oeste que traen nubosidad, posibilidad de lluvias y un acusado descenso térmico que obligarán a estar pendientes hasta principios de la próxima semana de algo que venía siendo más común en Asturias, los efectos de una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) localizada en el Atlántico que se cierne sobre el Principado. Lloverá, volverá a llover, y eso es algo que en realidad se está volviendo cada vez menos frecuente a este lado de la España húmeda.

Ayer lo constató el delegado en Asturias de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Manuel Mora, cuando resumió el balance de una primavera "muy cálida y seca" y de un año hidrológico con un notable "déficit de precipitación". Empezando a contar desde el 1 de octubre, el periodo que abarca el otoño, el invierno y la primavera acumulaba al terminar mayo un desfase de entre el veinticinco y el treinta por ciento, según los lugares, respecto a la lluvia que se considera normal atendiendo a las medias calculadas acumulando los registros entre 1971 y 2010. Tomando como referencia la estación medidora del aeropuerto, el promedio normal de lluvia de octubre a mayo debería haber recogido 853 litros por metro cuadrado. El dato del trayecto del pasado octubre a este mayo no pasa de 660. El periodo empezó dentro de la normalidad, pero se fue torciendo a medida que avanzaba y el resumen final da soporte meteorológico a una sequía que hace diez días impulsó a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico a decretar el nivel de prealerta.

Esa lluvia ausente es el resultado de una primavera que ha sido muy calurosa y seca, incapaz de compensar el desfase arrastrado de un otoño-invierno también poco húmedo. De marzo a mayo, el trimestre varía entre la consideración de "muy seco" en la mitad oriental de la región y "seco" en el centro y el occidente. El resumen de la Aemet cataloga la pasada primavera como la sexta más cálida y la séptima menos húmeda desde 1981 y también, eso sí, como "la más soleada" de la serie histórica, con un 23 por ciento más de las horas de sol que se consideran habituales para la época. Ya antes de esta ola de calor que ha despedido la primavera, en el aeropuerto quedó registrado el mayo más cálido de la serie histórica, que empieza a contar en 1968; en Gijón, el mismo mes resultó el más caluroso desde 2001. En términos globales, la temperatura media de la primavera -12,6 grados- eleva en 1,2 lo que se entiende como normal para esta época y el balance hídrico, 221 litros por metro cuadrado, supone que de marzo a mayo llovió un 67 por ciento de lo habitual. La estación fue sensiblemente más cálida y seca que la de 2016.

Mirando hacia delante desde este junio de calor extremo y precipitaciones en su conjunto dentro de lo habitual, Meteorología pronostica un verano que con todas las prevenciones de la previsión a largo plazo se espera más cálido de lo corriente por estas fechas y los modelos no se ponen de acuerdo sobre si también será más seco.

Por el momento, la ola de calor de la despedida continuó ayer dejando su huella en el ascenso de los niveles de contaminación. El Gobierno del Principado confía en que las nubes y la lluvia dispersen a partir de hoy eso que ayer volvieron a ser cotas elevadas de ozono -próximas al límite de los 180 microgramos por metro cúbico de aire en dos estaciones de Oviedo y en Mieres- y niveles disparados de partículas PM10 en Avilés y Benceno en Trubia.