Soledad González Pumariega, madrina de la promoción de Magisterio que ayer se despedía de la Universidad de Oviedo, hizo suyas las palabras del chef Martín Berasategui para arengar a sus discípulos a afrontar la profesión "con garrote: sin miedo, sin vergüenza y sin pereza. No caben apaños ni subterfugios, descuidos o negligencias. Tenéis que exprimir lo mejor de cada alumno".

Los buenos profesores, subrayó González Pumariega, enseñan "a aguantar, a no rendirse". Eso fue lo que les pidió también Marcelino Fernández Raigoso, padrino de la promoción de Pedagogía, quien trasladó al auditorio al año 2037 para instalarse en ficticio (o no tanto) mercado de trabajo donde un 75% de las profesiones no existen todavía hoy, donde los agricultores chef, los arqueólogos digitales, los enfermeros de salud ambiental, diseñadores de órganos, nanomédicos o diseñadores de sueños conviven con otras actividades laborales. "Diseñaréis nuevos planes formativos y metodologías", planteó el docente a los nuevos titulados -163 maestros de Primaria, 95 de Infantil y 52 pedagogos-. Y haciendo suyas las palabras del recién nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo, Francesco Tonucci, aseveró: "Los buenos profesionales de la educación hacen cosas distintas; los malos, siempre las mismas".

El mensaje de despedida del decano de la Facultad de Formación del Profesorado, Juan Carlos San Pedro, también estaba cargado de simbología, la del "efecto mariposa" que transmite cómo un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones. "Espero que despeguéis con autonomía en vuestras capacidades", animó el decano, "hoy dejáis de ser oruga, no pretendáis mañana ser gaviota".