Javier Fernández ve en Gaspar Llamazares a uno de esos pretendientes persistentes "que rinden por agotamiento a su pareja", pero lo que el portavoz de IU le había dicho era más bien que puede que ya no sean pareja. Llamazares aseguró "de manera solemne" que su grupo se sitúa a partir de ayer "en la oposición". No en la resignación ni en la geometría variable, quiso aclarar. En la oposición, en la de verdad. Con "voluntad constructiva y "espíritu y sensibilidad de izquierdas", pero en la oposición. El socio de investidura del Gobierno del Principado rechazaba de ese modo la mano del Presidente, que quiso saber si existía alguna posibilidad, por pequeña que fuera, de salvar lo suyo, que hizo el enésimo intento de proponer un pacto de izquierdas con la coalición y Podemos para que juntos "demos estabilidad a los 23 meses que quedan de legislatura".

Los morados no contestaron. IU sí. Que no. Que el grado de cumplimiento del acuerdo de investidura "es pobre", que los problemas del Gobierno "se enredan, se enconan" y que la legislatura ha pasado por tres fases, ninguna confortable: primero fue "la resistencia al cambio; luego, a raíz del pacto presupuestario para la rebaja fiscal con el PP, pasó a "la obstrucción", y ahora ha desembocado en la "parálisis". "Es evidente que el Gobierno está agotado", remató antes de saber que ya había dimitido la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández.

En pleno proceso interno para definir vía referéndum su relación por la izquierda con Podemos, IU marca así distancias con el PSOE y acrecienta la soledad parlamentaria y la precariedad de la minoría del grupo que sostiene al Gobierno con catorce diputados. A Llamazares le suena a "remake" la oferta de pacto que ayer recibió en la Junta de Javier Fernández. El Presidente venía de plantear una propuesta de pacto multiplicada por ocho, hablando "de fiscalidad, presupuestos, regeneración democrática, el área central o el combate contra la demografía" declinante, además de la Variante de Pajares, la defensa del carbón o de la industria electrointensiva. Hasta añadió una invitación a debatir "sobre la anomalía que supone un gobierno de la derecha profunda en Gijón con mayoría de izquierdas". Son los mismos pactos, lamentan desde IU, que están paralizados. "Los temas, los de siempre y los protagonistas, los mismos", lamenta Llamazares.

En el turno de preguntas al Presidente, con tono más relajado que de costumbre, Javier Fernández respondió a IU mirando a Podemos. Manifestó su desacuerdo con el relato de la coalición, les afeó que "exijan más de lo que dan" y le invitó a mirar a su vez hacia la bancada morada. El auténtico problema, en la versión de Fernández, no es obviamente él, como sostienen algunas fuentes de IU, sino que "hay un grupo con el que ustedes tienen un acuerdo a nivel nacional y con el que somos incapaces de hacer lo mismo" aquí.

El Presidente lamentó que su minoría parlamentaria "se convierte a veces en hostilidad" y terminó con un "ojalá salga adelante" sin demasiada convicción pensando en "la pequeña historia" de sus intentos de pacto, volviendo a invitar a IU a estar alerta "para ver desde dónde se colocan los inconvenientes" y "colocar la responsabilidad en quien corresponde". Se trata, concluyó, de que Llamazares "no tome esa actitud apostólica de la carta de Gaspar a los corintios, como si estuviera por encima del bien y del mal".

El deterioro de las relaciones en la izquierda, nada nuevo, acaparó una sesión de preguntas en la que Javier Fernández, nada nuevo, recibió el ataque de Foro por su política económica y su "exorbitante y empobrecedora" presión fiscal. Esta vez, el Presidente cambió un reproche por otro y afeó a Foro que en sus diez meses de gobierno subiera el canon de saneamiento y eliminase la deducción por vivienda en el IRPF.

Ciudadanos retiró su pregunta por indisposición de su portavoz y Podemos hizo de su pregunta un repaso integral del sector bancario a cuenta de "los movimientos especulativos" que ha sufrido Liberbank. Quiso el presidente trasladar el debate a la discusión entre idealismo y pragmatismo después de recibir la pregunta con la convicción de que la solución excede el ámbito de competencias de su gobierno.