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ANA GARCÍA BOTO | Abogada defensora del exlíder minero

"Villa está más solo que la una"

"Procuraré no volver a enfadarme, pero he perdido los papeles cuando los reporteros me han forzado a ser objeto de la noticia: ni quiero ni lo voy a tolerar"

Ana García Boto, en su despacho de Oviedo. IRMA COLLÍN

-Estoy sobreponiéndome al acoso infame que me han hecho en diez días los medios de comunicación a la entrada y salida de los tribunales, adonde voy a trabajar y necesito una presencia de ánimo que no logro si me siento objeto de focos, cámaras y micrófonos.

- Lleva un caso muy mediático. No la persiguen a usted.

-Sí me persiguen. Al no filtrar nada sobre este caso me han convertido en la noticia y eso me parece perverso. Me sorprende que no acepte mi silencio una gente que tiene la obligación de guardar secreto sobre sus fuentes, que es la misma cosa.

Ana García Boto (Oviedo, 1955), abogada colegiada en 1980, lleva la defensa de José Ángel Fernández Villa, que fue secretario general del SOMA-UGT durante 34 años y ahora ha sido denunciado por apropiación indebida por su propio sindicato y está implicado en el "operación Hulla", que lleva la Fiscalía Anticorrupción. La letrada ha tenido varios enfrentamientos con los periodistas a la entrada y salida de los Juzgados.

- ¿Puede que no haya contribuido que en vez de decir "no hablo" diga "guau, guau" al salir de casa de su cliente?

-Eso tiene una explicación.

- Adelante.

-Me llamaron para ir, como abogada, a una entrada y registro domiciliario, una intromisión importante en un derecho fundamental de toda persona, el de la intimidad. Un hombre y una mujer se presentaron como fiscales anticorrupción y dijeron que iba a salir una nota de prensa de la Fiscalía. Asombrada, les dije que era una diligencia secreta, como me habían dicho. Me habían dado la información mínima y obligado a guardar secreto. Me enfadé.

- ¿Por qué el comunicado?

-Dijeron que para que se filtrase lo mínimo.

- ¿Es razonable eso?

-No, si es secreto es secreto. El secreto de sumario es la situación más complicada para el abogado porque no sabe nada de lo que está pasando. Lo sabe el fiscal, pero eso no quiere decir que lo pueda contar y dar notas de prensa. El funcionario público que revela algo que es secreto comete un delito. Otra cosa es que todo el mundo mire para otro lado.

- ¿Lo va a denunciar?

-Bastante trabajo tengo como para querellarme con la UCO o la Fiscalía. Les pedí que esperaran a dar la nota a que me hubiera ido. No quería pasar por entre 40 reporteros. También me lo negaron. Ellos salieron y no les preguntaron porque no los conocían. Los guardias civiles, de paisano, se pusieron los chalecos de la UCO para marchar y salir en las fotos.

- ¿Y usted?

-No tomé la precaución de llamar a un taxi, empezaron a perseguirme los reporteros y un periodista me dijo: "Diga algo". Le contesté: "Guau, guau", que es decir nada. Me alteré, perdí los estribos e hice comentarios que no debería haber dicho. Era un enfado supino por la encerrona de los fiscales. Lo pasé muy mal.

- ¿Le duró?

-Al día siguiente tuve que ir al Juzgado porque a mi cliente le iban a hacer un examen forense. Entré por otra puerta para no tener contacto con los reporteros. Salí cartera en mano, mirando al suelo, y 35 personas "di algo", corrieron y una reportera me descalzó de una patada. Me dio un coraje que me pudo la indignación. No es agradable estar descalza, andar como un pato... es humillante y me enfadé. Dije que la iba a denunciar.

- ¿Lo hizo?

-No, pero lo puedo hacer. Esa tarde para ir al Juzgado tuve que tomar un Lexatin para ir a trabajar. El segundo de mi vida: había tomado otro en el funeral de una hermana. El letrado de la Administración de justicia, encantador, me ofreció abrir el portón de los detenidos y que entrara y saliera en taxi. He pasado de ser la abogada de Villa a objeto del cachondeo de los reporteros.

- Está en la vía pública.

-Sí, y debería poder oponerme a que me hagan la foto descalza y enfadada. Si eso es noticia, su profesión está muy rebajada. A los tres días tuve un juicio en Gijón en el que, y es lo más normal, el cliente no quiso que le siguiera defendiendo. Lo comuniqué con toda corrección y la noticia inmediata fue "la abogada de Villa, el exlíder minero, la lía también en Gijón" y la foto de la alpargata en la mano. Eso está hecho a mala fe, para humillarme. He ejercido el derecho de réplica.

- Llevó más casos mediáticos.

-Y, si he podido, he colaborado con la prensa. Recuerdo, porque estaba embarazada de mi primer hijo, el de Teverga Minera, en que un vigilante mató de un disparo involuntario a un minero. Al salir del juicio me hicieron una fila los mineros. El guardia de la puerta de la Audiencia no hizo nada para evitarlo. El compañero de la acusación, Pedro Hontañón, me abrazó y dijo: "Esta señora sale de aquí de mi brazo". Un profesional y un caballero.

- ¿Por qué reacciona así?

-La prensa ha cambiado, no sé si por culpa de la televisión y la telerrealidad. Han pasado del derecho a la información a lo amarillo. Crímenes, accidentes...

- Éste es un caso de corrupción.

-Hasta ahora era de apropiación indebida. Una persona jurídica (el SOMA) se querella contra su secretario general diciendo que todos y cada uno de los gastos que ha hecho en sus mandatos no están justificados.

- ¿Conocía a Villa antes?

-No, de la prensa.

- ¿Cómo le llegó su cliente?

-A través de un compañero que no quería o no podía llevarlo. Acepté porque jurídicamente me parecía muy interesante que los gastos de este señor, aprobados en todas las juntas y congresos en los que se votaba, 20 años después no estén justificados.

- ¿Sabe cómo ejercía?

-No, no asistí a ningún congreso ni junta.

- ¿Previó la repercusión?

-No. Me han asombrado la virulencia y el escarnio del público en general sobre una persona que tuvo muchísimo poder y ahora hay que hacérselo pagar. Son monos que cuando el macho alfa deja de serlo van a por él.

- No hizo muchos amigos.

-No sé. También encontré animadversión hacia mi cliente de todos los estamentos judiciales que han tenido contacto con este asunto. Lo que he hecho eran "estrategias defensivas", como si fuera un chamullo. Eran completamente jurídicas y procesales.

- ¿Qué estamentos judiciales intervienen en este caso?

-El juez de instrucción, el fiscal, el abogado de la acusación, el secretario judicial, el tribunal llamado a resolver los recursos de apelación y acabará interviniendo el órgano de enjuiciamiento.

- Y todos han tenido reacciones exacerbadas.

-Yo lo he vivido así. El médico llamado a declarar contó a los reporteros los padecimientos de mi cliente, lo que es contrario a la obligación de guardar secreto médico. Los datos de la salud de las personas son privados. Y contó lo que le había dicho al juez. Eso es secreto hasta que se abre el juicio público. Eso también es delito. Son normas que la gente se salta impunemente. Yo no, nunca.

- Durante un año quisimos ver a Villa y usted logró ocultarlo.

-Que los reporteros quisieran ver a Villa me la trae al pairo. Tardó en materializarse la presencia de Villa a declarar como investigado ante el juez de instrucción porque el ordenamiento jurídico español no prevé juzgar a deficientes mentales.

- ¿Villa es deficiente mental?

-Es una persona con sus capacidades mentales disminuidas o afectadas. Se llama demencia sobrevenida. Contra la opinión de las forenses que auxilian al juez y de los médicos del HUCA, se ha admitido la opinión de un neurólogo privado, pagado por una parte, que está de acuerdo con los diagnósticos de todos los médicos anteriores, pero que entiende que a Villa se le puede interrogar, de la misma manera que a una persona con una eximente que comete un delito se la juzga. Estamos dando autoridad procesal a un neurólogo.

- ¿Qué dice como neurólogo?

-Reconoce que Villa no puede entender la querella, que se cansa a las ocho líneas, que si le hago una recomendación hoy para declarar mañana en el Juzgado, al día siguiente no lo recuerda. Todos los estamentos judiciales tenían tantas ganas de juzgar a Villa que han pasado por encima de lo que dice el legislador español. No es que Villa estuviera mal cuando cometió los delitos, en el caso de que los hubiera cometido. Lo que estableció el legislador español es que una persona que comete hoy un delito y mañana no está en condiciones de defenderse por la salud se tiene que suspender todo. Esto pasa todos los días en los tribunales, pero en el caso de Villa es como si lo hubiera inventado yo.

- ¿Qué tal está Villa?

-Mal. Desde que soy su abogada lo puedo decir. Antes de llevarlo al Juzgado iba a su casa todos los días. Le preguntaba lo que había cenado la noche anterior y me contestaba con toda convicción. Su mujer me decía que no. Villa habla y oye, otra cosa es que lo que conteste y lo que entienda rebase los límites mínimos que nos hemos impuesto para que pueda ser juzgado. No puede leer, no puede sumar.

- La primera vez que pudimos ver a Villa creo que usted quiso absorber parte del protagonismo de su cliente, para quitarle foco a Villa, tanto por la forma en que condujo la marcha como por su abrigo rojo, que era lo único que se veía en TV.

-No quise absorber nada. Quise acompañar a mi cliente y a su mujer... Aquel día, a las 9 de la mañana, tuve otra cosa en el Juzgado y ya me persiguieron. Cuando me vieron marchar creyeron que lo había vuelto a suspender. Les dije: "Me va a pasar como a Lady Di", porque tuve que salir a la carretera para poder pasar.

- A Lady Di la conducía un borracho a gran velocidad en un coche estropeado.

-Pero huía de la prensa y encontró la muerte ahí. Bueno, no quiero ganar protagonismo y ahora me comparo con Lady Di.

- Ja, ja, ja. Pero apareció Villa con el andar lento... y usted parecía de la seguridad del SOMA cuando él era su líder.

-Villa está más solo que la una. No tiene a nadie, a nadie. Tiene a su mujer, que sufre también el acoso periodístico, porque le hicieron fotos en la camilla, que va contra el derecho a la imagen de cualquier enfermo y entraron en la habitación.

- A lo que voy, queríamos saber si Villa estaba "haciendo un Pinochet" y usted llevaba una estrategia de comunicación.

-Al salir les dije a los reporteros que consentía hacer una declaración si dejaban pasar a Villa.

- Se enfadó enseguida.

-Si hubiera querido protagonismo habría sonreído y paseado. En cambio, dije que o me dejaban pasar o me liaba a mandobles. Me salió una palabra elegante, estaba pensando una mucho más ordinaria, pero las lecturas de Cervantes aún perduran en mis neuronas. Ah, y el abrigo rojo se lo regalé a mi hermana porque no quiero que nadie me vea y reconozca por él. Ese es mi afán de protagonismo. Sí, quise desviar la atención de mi defendido, pero la noticia era Villa, no yo.

- ¿Se llevó el disgusto a casa?

-Procuro no hacerlo. Tengo el apoyo de mi marido, de mis tres hijos, de mis muchos hermanos, de mi familia y amigos. Me echa humo el Whatsapp de ánimo de familia y compañeros. Usted argumenta con la experiencia que tengo, pero a la gente le extraña lo que pasa. A la Pantoja la tiraron al suelo, pero a mí es la primera vez que me ocurre. Ahora mismo lo que más me preocupa es qué va a pasar cuando vuelva al Juzgado. ¿Me van a respetar los reporteros o voy a tener que contratar guardaespaldas? Con hacer las fotos desde lejos saldría mejor.

- No me meto con cómo hace la defensa, no diga cómo hacer las fotos.

-Usted no hace las fotos, usted hace las preguntas. Procuraré no volver a enfadarme. A veces lo que haces no gusta a los romanos que están en el circo, pero todo el mundo tiene derecho al mejor abogado que pueda conseguir, a que le dedique toda su profesionalidad y no se deje llevar por la opinión pública. Si Fernández Villa cae mal no es mi problema: para mí es mi cliente y merece un juicio justo. Si no fuera quién es, el asunto estaba archivado.

- ¿Hay juicios no justos?

-Claro. El primer juicio de La Camocha se ha anulado porque la juez demostró parcialidad. Quería que se condenara a los acusados y lo demostró haciendo preguntas incriminatorias a acusados, testigos y peritos en el juicio.

- ¿Va a ganar?

-Nada es blanco o negro. A veces no ganas lo penal, pero sí la responsabilidad civil o atenúas. Espero que mi cliente pueda tener un juicio oral justo.

- ¿Está asegurado que lo vaya a tener?

-Igual que confiaba en tener una instrucción justa, confío en obtener para mi cliente el juicio debido, con tutela judicial efectiva, sin indefensión, pudiendo ejercer la defensa en igualdad.

- ¿Qué espera con esto?

-Reivindicar mi imagen y figura como abogada, que ha sido maltratada en los últimos días.

- ¿Usted es tranquila?

-Tengo carácter, pero no brota trabajando. Los abogados estamos acostumbrados a que nos quiten la razón y la palabra y nos riñan en la sala, pero una cosa es en un tribunal y otra la prensa. He perdido los papeles cuando los reporteros me fuerzan a ser objeto de noticia que no quiero ser.

- Llevando el caso de Villa no creo que pueda escoger.

-Lo siguiente será que renuncie a un cliente por la persecución de los medios. Estoy dispuesta a pelearlo en el Colegio de Abogados para que se acabe con las filtraciones y para que cualquier abogado pueda entrar y salir de las dependencias judiciales sin pasar por lo que pasé, quizá con una puerta diferente. Puede haber gente a la que le guste pasar por eso; a mí, no.

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