"Antes jugábamos con muñecas, ahora lo hacemos con alcohol y tabaco", confiesa una adolescente de quince años en Montecerrao (Oviedo), donde anoche se celebraba un "botellón". En su mano, un "cachi" (vaso con capacidad para tres cuartos de litro) lleno de calimocho (vino con cola). Es la prueba evidente de que los menores acceden de forma habitual en Asturias al alcohol. "Ahora empezamos muchísimo antes, se empieza a beber a los doce o a las trece años", asegura una amiga de también quince años.

Trabas para beber, muy pocas, según relata un grupo de menores de edad (entre 14 y 16 años) a LA NUEVA ESPAÑA. Ni en bares ni en supermercados suelen encontrarse con problemas para comprar bebida: "Casi nunca nos piden el DNI", confiesan. "En las tiendas, si no tengo suerte en una, pruebo en otra, pero siempre acabo comprando; todos lo hacemos así", admite una adolescente de 14 años. "También nos organizamos para que entre a comprar quien aparenta más edad y luego ya pagamos entre todos", añade.

Mientras que hosteleros y ayuntamientos se responsabilizan mutuamente de la falta de vigilancia sobre el consumo de alcohol entre menores, los protagonistas reparten para ambos. "Normalmente hacemos 'botellón', pero hay veces que vamos a la calle del Rosal de Oviedo y allí nunca nos piden el DNI", cuentan. Pero recalcan que tampoco la Policía Local plantea un problema: "Pasan de nosotros", dicen. "Una vez vinieron, nos preguntaron si el alcohol era nuestro y nos lo tiraron", explica otro menor. "Otro día yo estaba fumándome un porro, pasó un policía y no me dijo nada", relata un tercero.

Los menores consultados por este periódico admiten que deberían beber menos, aunque no dejen de hacerlo. "Si vas a una fiesta y todos menos tú beben, te aburres. También se empieza por hacerse el guay. Parece que mola decir: vaya colocón me pillé el fin de semana", explican. Coinciden en que en verano beben mucho más: "Hay muchas fiestas y, como no hay control, no pasa nada. En invierno tenemos que escondernos más". ¿Y los padres? En el caso de los menores con los que habló este periódico, los progenitores se preocupan más por el consumo de porros que por el de alcohol: "Me dicen que puedo beber un poco, mientras no me pase", dice un menor del grupo.

En marzo del pasado año, la patronal hostelera afirmó que "el 99,99% de los bares de Asturias" cumplían la ley que prohibe vender alcohol a menores.