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La recuperación asturiana se acelera, pero sigue un paso por detrás de la de España

La creación de empleo, aún menor que en el país, gana dinamismo con 8.300 afiliados a la Seguridad Social en un año

La recuperación asturiana se acelera, pero sigue un paso por detrás de la de España

España ha recuperado en la primera mitad de este año los niveles de actividad económica, medida por el producto interior bruto (PIB), que tenía en 2008, aunque aún tiene 1,8 millones de personas con trabajo menos que entonces y una tasa de paro muy superior (17%, frente al 10% anterior a la crisis). Asturias no ha recompuesto su PIB (en 2016 fue el 9,5% inferior al de 2008) y tampoco lo hará este año incluso en el caso de que lo cierre con el mejor de los crecimientos pronosticados (3,1%). Y la región aún tiene 60.000 ocupados menos que cuando, con un índice de paro en torno al 7% (hoy del 13%) rondaba el nivel que los economistas consideran "pleno empleo" en las economías desarrolladas.

Tales datos, extraídos de los registros oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), sugieren en primer lugar que la distancia con los niveles de bienestar y dinamismo que precedieron a la Gran Recesión es aún importante en España y en Asturias y, también, que en el proceso de recuperación el país se ha conducido a una velocidad media más intensa que la economía regional, abonando esa tesis recurrente acerca de que el Principado tarda más en entrar en las crisis y también más en salir de ellas. Distintos indicadores de coyuntura dan a entender que este año el crecimiento de la actividad y del empleo ha ganado intensidad, reduciendo la divergencia con la media del país, que aún persiste sobre todo en algunos resultados del mercado laboral.

El empleo. El comportamiento de las afiliaciones a la Seguridad Social, una de las formas de medir la generación de empleo, muestran una ganancia de vigor en Asturias. Desde que comenzó a repuntar la ocupación, en 2014, el número de cotizantes había crecido a tasas interanuales muy modestas (en torno al 1%) y claramente por debajo del resto de regiones o de la gran mayoría de ellas. Este año se observa una tendencia a la reducción de esas diferencias (ver gráfico adjunto): en enero, la afiliación crecía en Asturias al 1,3%, mientras que en julio lo hizo al 2,3% (8.300 empleos más desde 2016). La distancia con la media española pasó de dos puntos a principios de año a 1,3 durante el verano. La reducción del paro (-9,04) también se acelera, hasta casi igualar el promedio nacional (-9,43%).

En la calidad del empleo también hay convergencia. Como en el conjunto de España, el proceso de recuperación está marcado en lo laboral por la altísima temporalidad en los contratos (el 92,5% de todos los firmados este año en Asturias son de duración limitada) y por el auge de formatos generalmente precarios (en torno a un tercio de los contratos son de jornada reducida).

El modelo. La recuperación española ha sido estimulada por factores externos (la expansión monetaria en Europa, el bajo precio del petróleo o las dificultades geopolíticas en los destinos turísticos competidores) y por políticas internas de oferta (la reestructuración bancaria con dinero público para desbloquear el crédito o el proceso de devaluación de los salarios inducido por la reforma laboral para ganar competitividad exterior). El patrón de crecimiento está anclado en el consumo privado y en la aportación ahora positiva del saldo entre exportaciones e importaciones. Asturias participa de ese modelo. Buena parte del nuevo empleo, generalmente de baja calidad, se crea en el comercio y en la hostelería. Aunque investigadores económicos como el catedrático asturiano Joaquín Lorences han identificado, tanto para el caso de Asturias como para España, señales de transformaciones de mayor valor: reducida la construcción a niveles históricamente bajos tras la Gran Recesión, hay un desplazamiento de la ocupación hacia subsectores como los servicios a las empresas, las telecomunicaciones o las actividades científicas y profesionales, donde el empleo es más cualificado. El ladrillo, que en España muestra algo más de dinamismo, apenas comparece en Asturias: los visados para construir viviendas este año crecen un magro 2,2% y la licitación de obra pública se hunde el 68%, con las distintas Administraciones sin margen fiscal para invertir por la disciplina presupuestaria.

La apertura. Puede decirse que la economía asturiana nunca ha sido más abierta que ahora. La exportaciones rondan el 18% del PIB y el número de empresas que comercian fuera (unas 2.000), incluidas las que lo hacen de manera habitual (más de 500), ha tocado máximos históricos. Y en 2017 sus ventas crecen muy por encima de la media nacional (29,1%, frente al 10,9%), dejando atrás el bache observado en 2016, incluso sin contar una de las zonas más nobles del negocio exterior de Asturias: la actividad de las ingenierías, bien posicionadas en las llamadas cadenas globales de valor y cuya actividad por todo el mundo no tiene reflejo en los datos de exportaciones. El empuje exportador de este año, favorecido por la recuperación de la zona euro y por la contención salarial, explica en una parte que la región esté liderando el aumento de la producción industrial. Aunque en este año de recuperación permanece estancado, sin despegar, el empleo de la industria, considerada por los economistas el sector que debería liderar la transición hacia un modelo productivo fundamentado en el conocimiento y el trabajo de calidad.

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