El Xiringüelu se cerró en la madrugada de ayer con un auténtica motín, en el que volaron botellas y una turba de jóvenes con las facultades mermadas por el alcohol trató de asaltar la barraca en la que se servían bebidas, mientras una veintena de camareros quedaba atrapados tras la barra. Fue necesaria la intervención de la Guardia Civil para desalojar a los alborotadores. Lo que empezó como una broma terminó a palos. "Estaban desatados, nos tiraron botellas, nos robaron bebida, fue una auténtica batalla campal. Dentro de la barra estábamos asustadísimos. Los de seguridad estaban superados. A un camarero le lesionaron una pierna, a otra camarera le hicieron un corte en la mano. Estábamos atrincherados detrás de la barra, sin poder salir", relata una de las camareras de la barraca, que confiesa haber pasado un fin de fiesta de pánico.

La Guardia Civil había dado orden a la organización de que el Xiringüelu se acababa a medianoche. Pero una turba de jóvenes bastante perjudicados no estaban por la labor de irse a casa. El DJ apagó la música y en la barra dejaron de servir bebidas. Entonces uno de los chicos empezó a dar golpes en la barra metálica, "primero como una broma, pero luego comenzó a llegar más y más gente", relata Adolfo Marcos, presidente de la Cofradía del Xiringüelu.

Pánico tras la barra

El ruido era atronador, y los camareros que estaban en el interior de la barra se asustaron ante aquella violencia. Alguna de las trabajadoras se echó a llorar de pánico. Los jóvenes trataron de desarmar la barra, algunos abrieron los cañones de cerveza para beber gratis, todo en medio de un griterío ensordecedor. Una de las camareras avisó entonces a la Guardia Civil.

La sola presencia de los agentes no fue suficiente para despejar la barra. Los jóvenes querían seguir la juerga a toda costa. La situación aconsejó a los agentes cargar contra los más irreductible, en torno a las tres menos cuarto de la mañana. Participaron agentes del Grupo de Reserva de León así como cuatro integrantes de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de Oviedo, dotados con defensas y escudos de control de masas. Finalmente se despejó a la turba y la fiesta acabó.

No se practicaron detenciones entre los revoltosos. Sí en la mañana de anteayer domingo, cuando los agentes peinaron las casetas de la fiesta en busca de drogas, con perros especializados en la detección de sustancias. Terminaron arrestando a dos jóvenes, uno de ellos vecino de Soto del Barco, como presuntos autores de un delito contra la salud pública. Los agentes se incautaron de 32 gramos de cocaína y unas treinta pastillas de MDMA, conocida popularmente como éxtasis. Hubo otros incidentes, como una pelea en la que un joven llegó a sacar una navaja e intentó herir a otro.

Aún así, la organización de la fiesta resaltó que ha habido menos incidentes que otros años. De hecho, se produjeron 87 intervenciones menos que en la edición anterior. "Doblamos los efectivos de seguridad para garantizar el menor número de percances, pero es muy difícil controlar a tanta gente como se desplazó a la fiesta. Asusta un poco", confesó Adolfo Marcos.