La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La guía secreta de Asturias

Cuatro kilómetros de pura Historia

Gijón cuenta con una atractiva ruta que va de la abadía de Cenero, pasando ante dos torres de los siglos XIII y XIV, a la villa romana de Veranes (s. IV)

Cuatro kilómetros de pura Historia

A los que gustan de viajar imaginando cómo fueron otros tiempos y reinterpretando lo que le dicen las construcciones que evocan otros siglos tienen en el concejo de Gijón una interesante ruta arqueológica en su zona rural que se puede recorrer tanto en coche como a pie, eso dependiendo del estado físico de cada cual, y sobre todo con el tiempo suficiente para detenerse en cada lugar para no perder detalle. La distancia total es de unos cuatro kilómetros, y la dificultad, baja.

El punto de partida es la abadía de Cenero, considerada como la catedral románica de Gijón. Fue mandada construir en el año 1260 por don Diego Valdés, adelantado y gobernador de Sevilla y cuyo sepulcro se encuentra dentro del templo parroquial. En una zona de su pórtico hay restos de pinturas murales y mosaicos de la villa romana de Veranes y Beloño que allí fueron trasladados allá por 1917 por su entonces párroco, Manuel Valdés. Durante la Guerra Civil el templo ardió y a partir de 1941 fue reconstruido por el arquitecto Gabriel de la Torriente, siendo adjudicadas las obras a Manuel Fernández, "Manolo Jovina", padre del periodista asturiano Manuel de Cimadevilla, y a Eduardo Foces.

Camino de la villa romana de Veranes, y paseando por un entorno rural encantador donde no faltan casas tradicionales, hórreos y paneras con decoración singular, así como alguna pequeña capilla, como es el caso de la de la Virgen de la O o de la Expectación, se encuentra la torre de los Álvarez de las Asturias, construida en 1297 por don Rodrigo Álvarez de las Asturias, conde de Noreña. El edificio se ha rehabilitado y está habitado. Más allá se pueden ver los restos del llamado Turruxón de Trubia, la torre defensiva del palacio, mandada construir también por don Diego Valdés el Valiente, que fue asaltada e incendiada en 1382 por don Alfonso Enríquez.

El punto final es la villa romana de Veranes, descubierta por el antes citado párroco de la abadía de Cenero, Manuel Valdés Gutiérrrez, quien realizó las primeras investigaciones en el yacimiento arqueológico allá por 1917. Este año se celebra el centenario de su descubrimiento. Su ocupación se remonta a inicios del siglo II d. C. y vivió su mayor esplendor a lo largo del siglo IV. Su triclinio fue usado como centro de culto cristiano entre los siglos V y VI hasta el XV. Su museo se abrió al público en 2007 y en él hay piezas de las excavaciones de gran interés y se realizan visitas guiadas a la villa romana.

Cuatro kilómetros de pura historia donde volver la vista hacia el pasado y por unas horas resulta intenso además de interesante.

Compartir el artículo

stats