Asturias encabeza la lucha nacional contra el calentamiento global. La Oficina Española de Cambio Climático del Gobierno (OECC) tomó los 497 kilómetros de la costa regional como un laboratorio vivo para evaluar los impactos de este fenómeno y buscar soluciones al alarmante aumento del nivel del mar. Las conclusiones de ese análisis "juegan un papel primordial" en la estrategia de adaptación de la costa española al cambio climático, como asegura el director de investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria y autor del informe, Íñigo Losada. El científico, natural de Bilbao pero muy vinculado a Luarca, afirma que el Principado "va por delante del resto de comunidades", ya que su estudio "pionero" sentó las bases de la estrategia nacional.

Con este plan, publicado la semana pasada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), España se convierte en uno de los primeros países del mundo en aprobar una guía de adaptación de sus 7.883 kilómetros de costa a los efectos del cambio climático. En ella concluye que no caben más construcciones urbanas en el litoral. En concreto, indica que "el modelo de desarrollo económico y la explotación de los recursos ha supuesto una amenaza para el litoral, incrementando su exposición y vulnerabilidad al cambio climático debido a la presión urbanística y la degradación sufrida".

Para Íñigo Losada, la estrategia supone un "paso muy importante" y destaca sobre todo su "visión integradora", al tener en cuenta "no sólo el dominio público costero, competencia del Gobierno, sino áreas de gestión autonómica". El plan da prioridad a la planificación y apuesta por las "infraestructuras verdes frente a las grises", en referencia a la protección de los ecosistemas naturales. Entre otras medidas, propone la introducción de sistemas de alerta temprana y protocolos de evacuación, la regeneración de playas y dunas, la construcción de estructuras de protección en puertos y la migración hacia el interior de marismas y humedales.

En el marco de los riesgos, la estrategia determina que el aumento del nivel del mar y la subida de la temperatura serán los principales impactos en la costa, seguidos de las tormentas y los temporales. En este sentido, los expertos advierten que el nivel del mar en el Cantábrico está aumentando 2 milímetros al año. Por su parte, la altura media del oleaje se sitúa en torno a 1 o 1,5 metros. De mantenerse esta tendencia, "esto supondría aumentos superiores a 20 centímetros para 2030 en el oleaje de los temporales". Asimismo, los retrocesos de las playas de la cornisa cantábrica en 2040 serán de tres metros, avisa el informe.

A consecuencia de todo ello, el estudio pionero del Principado señalaba el año pasado que las playas de Salinas (Castrillón) y San Lorenzo (Gijón) podrían verse en trance de desaparecer, al igual que las de Bayas (Castrillón) y Xagó (Gozón). Y lo que es peor: grandes áreas de concejos como Ribadesella, Muros de Nalón, Navia o Soto del Barco podrían verse inundadas de forma permanente. La buena noticia es que estas proyecciones son para el año 2100 -dentro de 83 años-. Hay margen todavía para actuar.