Las atípicas jornadas estivales que Asturias vivió este fin de semana ha dejado destacadas marcas en los observatorios meteorológicos de la región. Así, la repentina tromba de agua caída en Oviedo el domingo por la tarde provocó que los registros de la capital ya superen con creces el valor medio de precipitaciones acumuladas en cualquier mes de agosto de los que se tienen datos. Los pluviómetros carbayones recogieron desde principios de mes 61 litros por metro cuadrado, cifra muy por encima de los 48 litros en que se sitúa la media histórica de este periodo.

Mieres fue una prueba más del contraste que sufrió anteayer el tiempo de la región, un día en que las lluvias acabaron convirtiéndose en protagonistas tras horas de bochorno. A las cinco de la tarde, los mercurios de la capital mierense marcaron la segunda mayor temperatura de la jornada en Asturias (31,6 grados), cuatro décimas por detrás de Gijón. Pero a causa de la tormenta vespertina, la villa del Caudal terminaría el día con el máximo de precipitaciones recogidas en Asturias durante el domingo: 34,2 litros por metro cuadrado.

Los rayos también hicieron acto de presencia por todo el Principado acompañando al temporal. Según la estadística de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en el Principado cayeron unas 700 descargas eléctricas el pasado fin de semana, de las cuales 400 corresponden al sábado y el resto fueron documentadas el domingo. Pero la Aemet no contabiliza los relámpagos entre nubes que no llegan a tocar el suelo, por lo que el número real de rayos estaría muy por encima de los 700 constatados y rozaría el millar.

Ante semejante panorama, cabe preguntarse a qué responde la loca meteorología que acompaña en este final de agosto. La respuesta se encuentra en una Depresión Aislada de Niveles Altos o "gota fría" que llegó al territorio asturiano la pasada semana. El fenómeno es simple, explica Manuel Mora, delegado territorial de la Aemet en el Principado: "En niveles altos de nuestras latitudes (9.000-12.000 metros) existe una corriente de vientos máximos denominada chorro polar, que separa el aire cálido más al sur del aire frío más al norte". Esta corriente se ondula, indica, por lo que es habitual que las masas frías o cálidas se salgan de sus zonas, dando lugar a borrascas o frentes fríos atlánticos.

Pero para que se formen las DANAs, las ondas del chorro polar han de amplificarse y estrecharse, lo cual deriva en una trasferencia de masas y "la formación de una depresión aislada de la circulación general". Es decir, un paso del aire frío a niveles más cálidos de la atmósfera, donde queda embolsado, cuenta Mora.

En función de las áreas que componen la DANA, sus efectos son diferentes. "El choque térmico inestabiliza la atmósfera, pero es en el flanco oriental del fenómeno donde las condiciones dinámicas, junto a la inestabilidad térmica, dan lugar a fuertes chubascos y tormentas", apunta el meteorólogo. Es por ello que la gota fría golpeó de forma desigual cada zona del Principado que atravesó. Además, "el aporte de humedad y las condiciones orográficas son fundamentales a la hora de determinar la formación de las nubes que dan lugar a las precipitaciones -los cumulonimbos-. Razón por la que las tormentas tienen carácter local y no generalizado". Esto añade más complicación aún a las predicciones, dada la dificultad de conocer sus consecuencias en cada lugar por donde pasa.

Con todo, las DANAs no dejan de ser algo habitual en la Península Ibérica, pero no en tierra firme: "En nuestras latitudes predominan las ondulaciones que dan lugar a la formación de este fenómeno, pero no es demasiado frecuente que toquen tierra", relata Mora. Por regla general se presentan todos los años en varias ocasiones, sobre todo en otoño. Pero en Principado se ha adelantado.