Semblantes serios y ni un murmullo en la Fiesta del Cordero. La Comunidad Islámica del Principado, reunida ayer en el polideportivo del ovetense barrio de Vallobín, decidió sustituir la habitual celebración de la Pascua Musulmana o Fiesta del Sacrificio ("Eid al-Adha") por un minuto de silencio para mostrar su respeto a las víctimas de los recientes ataques terroristas de Barcelona y Cambrils.

Con pancartas que rezaban mensajes como "El terrorismo no tiene religión" o "Islam = Paz", el centenar de personas -mayores y niños- concentradas ayer por la mañana en la capital asturiana expresaron su condena explícita a los ataques yihadistas y se reafirmaron en ese "no tenemos miedo" que se ha convertido ya en el lema contra las amenazas y el horror preconizado por el autodenominado Estado Islámico.

La Pascua Musulmana es la gran celebración del Islam, que recuerda al cordero que Abraham degolló como sacrificio a Dios en lugar de su propio hijo. Se celebra cada año en el décimo día del mes de Dhul Hiyya (el último del calendario lunar islámico), coincidiendo con el final del peregrinaje anual a La Meca.

En Asturias, la Comunidad Islámica suele reunirse para conmemorar este acontecimiento, pero, en esta ocasión, tomó un cariz mucho más serio y quedó impregnada por un silencio unánime. "Todos los años montamos unas mesas y hacemos una especie de desayuno con té y pastas para celebrar este día, pero hoy (por ayer) decidimos cancelarlo por todo el mal que están generando los atentados terroristas", explicó María Ignacio Villegas, esposa del imán de la mezquita de Oviedo, Mohamed Mamoun Barakat.

La incomprensión ante los actos terroristas rondaba entre el nutrido grupo de musulmanes residentes en la región que ayer se preguntaban sin hablar: "¿Desde cuándo el terrorismo es religión?". Este cartel, en manos de María Ignacio, lanzaba al aire un interrogante sin respuesta para quienes ayer se unieron al minuto de silencio que se celebró tras la oración matinal.

"Estamos cansados de justificar algo en lo que no tenemos nada que ver: el terrorismo no nos representa; el islam es paz", subrayó, por su parte, Sehrish Ahmed. Nacida en España, esta joven de ascendencia pakistaní lamenta que "en ocasiones, simplemente por nuestro aspecto, nos traten con desprecio y nos relacionen con el terrorismo".

Su madre, Yasmin Ahmed, lleva tres décadas afincada en Asturias. "Llegué a los diecisiete años, mis cinco hijos nacieron aquí y mi marido es minero; siempre hemos querido vivir juntos, y como musulmanes de paz", aseguró la progenitora.

Sin embargo, "la barbarie del yihadismo amenaza con echar abajo todo el esfuerzo en la integración", aseguró María Ignacio, quien reparó en la paradoja de que se asocie a todos los musulmanes con los ataques cuando "los refugiados que vienen de países como Siria emigran precisamente para escapar de esos mismos terroristas".

"El Estado Islámico está dando una mala imagen del Islam, cuando ni la nuestra ni ninguna otra religión incita a matar", añadió para rematar el testimonio de su madre Leila Barakat, que ya el pasado miércoles leyó un comunicado institucional durante una manifestación celebrada en Langreo contra los atentados de Cataluña. En su discurso, Barakat, de ascendencia siria y española, subrayó "la tristeza de la comunidad musulmana por la cadena de actos terroristas".

Al minuto de silencio de ayer, siguieron un sonoro aplauso y una retahíla de saludos amistosos entre conocidos y familiares que venían a reforzar un emblema común: "No tenemos miedo; la mejor respuesta es la paz".