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ANÁLISIS

Pulir diamantes en bruto

Una pequeña parte de los miles de alumnos que hoy comienzan el cole sufrirá acoso escolar, ese monstruo que se disfraza de "cosas de niños" o de "líos sin importancia"

Una alumna de la etapa de Infantil en un colegio gijonés. JUAN PLAZA

Nuestra historia, la historia de todos y cada uno de los seres humanos, comienza por nueve lunas de espera. Somos hijos de los ciclos, rehenes de las fechas señaladas en rojo en el calendario de la vida. Una vida circular.

Los más de seis mil niños que comenzarán hoy el primer curso de Primaria en Asturias, chavalinos nacidos hace cinco y seis años, tendrán por delante otros dieciséis de estudio y exámenes. No todos, por supuesto, pero sí esa mayoría amplia que cursará la Secundaria Obligatoria, el Bachillerato y cuatro cursos de grado universitario. En realidad se trata de una generación que no cesará nunca de formarse.

Dieciséis años de madrugones, de recreos, de deberes escolares, de ansiedades por exámenes. Dejarán atrás la niñez, se sentirán muy mayores cuando entren en la adolescencia y abordarán la juventud con los inevitables vaivenes hormonales. Dieciséis años dan para sentirse a veces los reyes y las reinas de la fiesta, o en ocasiones verse reducidos a una minúscula mota de polvo flotando en el cosmos infinito.

Hoy, primer día de clase en Infantil y Primaria del curso 2017-18, es jornada de nervios para muchos aunque casi todos sepan por su etapa educativa anterior lo que es la separación temporal con su familia, el alejarse de esa mirada conocida que les sirve de cobijo en las pequeñas tempestades cotidianas.

El inicio del curso escolar tiene mucho de mito de eterno retorno, también en la polémica. En las próximas semanas habrá familias que denuncien la ausencia de determinado maestro, que critiquen una merma en el transporte escolar, los sindicatos docentes se harán eco de las quejas y en la Junta General la oposición calificará de caótico el sistema educativo asturiano. Todo ello forma parte del paisaje, pero esta "película" cíclica y a veces agria nada tiene que ver con el sentimiento de las niñas y los niños que hoy inician una nueva vida. Ellos deben estar a salvo.

En el año 2018 tocan pruebas PISA y el paso definitivo de la implantación de la LOMCE, si es que sobrevive. Asturias tiene sus tareas propias, y algunas se presumen incómodas. Será un curso en el que habrá que avanzar en el desarrollo del nuevo mapa educativo regional, más allá de los escarceos iniciales. Será también el curso en el que tiene que consensuarse el modelo de escuelas de primer ciclo de Infantil, para niños menores de tres años. Todo apunta a que no va a ser fácil.

¿Será el curso en el que por fin se desbloquee el reconocimiento de la especialidad del Asturiano? Comienza hoy oficialmente el programa piloto para convertir la lengua asturiana en vehicular en determinadas materias de determinado curso de determinados colegios, apenas un puñado, y lo hace de una forma tan tímida que en una de estas pasa inadvertido.

Las estadísticas nos dicen que una pequeña parte de esos miles de niños que comienzan hoy al "cole" sufrirá acoso escolar, ese monstruo con tendencia a disfrazarse de "cosas de niños" o "líos sin importancia". Que el silencio de quien lo sufre no nos haga bajar la guardia, y que la tendencia humana a dejar hacer, dejar pasar, choque contra la convicción de que cualquier esfuerzo frente al acoso es poco. La calidad del sistema educativo se mide entre otras cosas por la eficacia de su respuesta frente a situaciones inusuales.

Permítanme un ejercicio poco periodístico, como es el de envolverse por un rato en la bandera local y ejercer de "patriota". Como asturiano siento que cuento en mi tierra con los mejores maestros y profesores del mundo. Conozco a muchos y sé que su trabajo está repleto de aristas. Una de ellas "interina, itinerante, a media jornada y en casa Dios", por citarla expresamente, no dejaría su profesión ni con el "gordo" de la Lotería en la mano. Supongo que ella lo negaría, pero a mí no me engaña.

Que hoy no falten las sonrisas para recibir al futuro, personificado en miles de alumnos que con mirada limpia llegan como diamantes en bruto a su pupitre escolar. Y que tampoco nos falte nunca la generosidad de los encargados de pulir los espíritus libres.

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