La Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, presidida por la ministra Isabel García Tejerina, declaró en julio al urogallo en "situación crítica" por su alto riesgo de desaparición "a instancias del Principado". Así lo asegura la consejería de Medio Ambiente, que dice estar "enormemente sensibilizada con la situación de la especie". Prueba ello, son las medidas que está tomando el Gobierno regional desde hace años "para revertirla", "entre las que cabe citar la restauración del hábitat". No obstante, la viceconsejería que dirige Benigno Fernández Fano admite que la gestión "no es sencilla". "De lo contrario, no existirían especies amenazas o en peligro", agregan fuentes de este departamento.

Según una reciente investigación de la Universidad Católica de Ávila, el ave perdió en los últimos veinte o treinta años el 50% de su área de distribución. Actualmente, ocupa solo 1.700 kilómetros de la Cordillera Cantábrica, entre Asturias y León. El último censo oficial, de 2005, contabilizaba en esta área menos de 500 ejemplares, una cifra que previsiblemente ha descendido de forma radical en los últimos años hasta los 250 o 300, según las últimas estimaciones. Entre las factores que explican su pérdida de distribución y de población, los investigadores indican su alta depredación, competencia con otros herbívoros y su sensibilidad al cambio climático.

La declaración del Gobierno central confirma el fracaso de seis años de proyecto "Life+" de conservación (entre 2010 y 2016). Pese a la inversión pública, 5,9 millones, la Fundación Biodiversidad no logró frenar el declive del urogallo. En resumen, muchas actuaciones sobre el hábitat, que de momento no se ha tenido efectos positivos para la especie. Sirven de ejemplo: más de 400 hectáreas de desbroces en zonas que favorecen la presencia de arándanos, reducción de depredadores con campañas de trampeo, eliminación de 60 kilómetros de vallados peligrosos...

Según las últimas investigaciones, los bosques de Somiedo, Teverga, Quirós, Aller, Caso y Cangas del Narcea reúnen las mejores condiciones de alimento y de refugio para garantizar la supervivencia de este símbolo del paraíso.