El Model's está reputado como el mayor prostíbulo de Asturias, pero sus responsables en 2015 y los camareros dicen que no, que es una sala de fiestas, y que no son nadie para juzgar qué hacen las clientas y clientes que se tropiezan allí, toman una copa y deciden luego pasar a más. El segundo juicio contra Miguel Ángel López Robledo, antiguo propietario, acompañado de Renato Fernández, supuesto encargado del club situado en Granda (Siero), se inició ayer en la sección tercera de la Audiencia con un jarro de agua fría para la Fiscalía. Ocho mujeres que se prostituían en el local no fueron a declarar.

Solo un camarero, que está de baja por problemas de cervicales, y que admitió que tenía ya pocas posibilidades de volver a trabajar en el Model's, reconoció que aquello era un club de alterne, que las chicas trabajaban por turnos desde las diez de la mañana hasta las cuatro o las cinco de la madrugada, que cobraban un porcentaje por las copas y que además tenían taquillas para cambiarse. "Iban como suelen ir vestidas las chicas de club, de forma sugerente, exhibiendo partes de su cuerpo", describió el camarero H. G. G.

Los otros camareros, que aún siguen trabajando en el Model's, se hicieron los ingenuos. "Yo pongo copas, hay música, gente que baila, luego es una sala de fiestas. Nunca he visto actividades de alterne", dijo uno de ellos. Al magistrado Javier Domínguez Begega le pareció una respuesta que rozaba el falso testimonio y así se lo recordó al camarero, al que preguntó: "¿Qué diferencia hay entre un club de alterne y una sala de fiestas?". Balbuceante, el camarero llegó a soltar: "Lo desconozco". La cuestión del vestido de las mujeres planteó momentos impagables. "Las chicas en el Model's se visten como cualquier otra en el Antiguo o una discoteca. Eso de la ropa es subjetivo. Cada uno viste como le parece", dijo el mismo camarero.

La Fiscalía pide el cierre del local por dos años y dos años y medio de cárcel para el entonces propietario y el encargado por un delito contra los derechos de los trabajadores. Los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Gijón y los inspectores de Trabajo que acudieron al local en la noche del 5 de noviembre de 2015 corroboraron que un buen número de las mujeres estaban "en paños menores" y que todo indicaba que allí se ejercía la prostitución. Todas tenían familiaridad entre sí y con los camareros, que llegaron a sacar un plato de jamón durante el registro. Un total de 34 estaban sin asegurar y otras cuatro carecían de permiso de trabajo. Algunas aseguraron que no se prostituían. El resto, según dijeron a los guardias, lo hacía de manera "voluntaria".

Miguel Ángel López Robledo dijo que pasaba poco por el club. Tenía otros negocios en Madrid y Cataluña. Dijo que solo contrataba los seguros, grupos de música y espectáculos de magia. "Es una sala de fiestas y el negocio del hotel es independiente. Cada día enviábamos al cuartel de Noreña las fichas de los clientes del hotel", aseguró. Su abogado, Ricardo González, dijo que "no hay ningún vínculo laboral entre el establecimiento y las mujeres, lo que se haga en el local no tiene que ver con su catalogación". Renato Fernández, defendido por Jesús Villa, negó ser el encargado, solo el jefe de camareros, y nunca vio prostitución. El juicio sigue hoy.