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La agricultura regional perdió desde 2002 una superficie igual a Muros y Noreña

Las siembras se desploman a un ritmo superior a las 1.000 hectáreas anuales de media

La agricultura regional perdió desde 2002 una superficie igual a Muros y Noreña

Los cultivos asturianos pierden terreno. La superficie labrada desciende desde 2002 a razón de más de 1.000 hectáreas anuales de promedio. Y lo hace a costa del sacrificio de producciones tradicionales del campo regional, entre las que destacan el maíz, las fabas, los frutales (manzano de sidra principalmente), las patatas e incluso la escanda.

Las estadísticas revelan un panorama desolador. Entre los años 2002 y 2015, último oficialmente constatado en el análisis sobre superficies cultivadas de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), Asturias se quedó sin 16.577 hectáreas de huertas y plantaciones, superficie que supera la suma de la extensión de los concejos de Muros de Nalón y Noreña y que también rebasa el tamaño de Caravia. El total de tierras labradas pasó de 43.878 a 27.301 hectáreas. El resultado salta a la vista en las huertas abandonadas y las vegas que se encuentran "a prado". El alarmante descenso de la superficie plantada va directamente ligado al masivo abandono de la actividad agraria constatado en los últimos años y a la falta de incentivos para que los jóvenes se incorporen al campo.

El reducido tamaño de las fincas hace necesario abundar en la concentración parcelaria, que, a juicio del sector, sería una de las soluciones para atraer población a las aldeas. No es casual que sean los campos forrajeros los que más peso pierden en el cómputo global de los sembrados asturianos. El grueso del cultivo es el maíz que alimenta al ganado de leche. Si en 2002 quedaban 30.364 hectáreas, los últimos datos apuntan a 20.629, casi 10.000 menos en trece años, algo más del equivalente a los concejos de Nava o Colunga.

La evolución de la superficie agrícola tampoco arroja buenos datos para la faba, la legumbre asturiana. Las tierras de alubia, que cuenta con denominación de origen y deja un alto valor añadido, pasaron de 1.700 hectáreas en 2002 a 1.035 en 2015, pérdida que se explica por el cierre de explotaciones por jubilaciones.

No es menos sangrante el caso de las hortalizas, que al principio del presente siglo superaban las 1.000 hectáreas y ahora apenas llegan a 650. El apartado de los tubérculos, básicamente la patata, tampoco invita al optimismo. Las 3.000 hectáreas de 2002 se reducen a 900, menos de una tercera parte. Teniendo en cuenta que el dato es de 2015, en este momento, con problemas añadidos como la plaga de la polilla guatemalteca, las cifras son aún peores. Los cereales también han ido perdiendo peso en Asturias, donde a mediados del siglo pasado no era raro encontrar trigo en las caserías del Occidente. Las 445 hectáreas activas, según Sadei, frente a las 1.445 de hace una decena de años, corresponden a la escanda, un trigo rústico bien adaptado a las condiciones de Asturias que lucha por ganar peso con una marca de calidad. Los frutales pasaron de ocupar 6.384 hectáreas en 2002 a 4.640.

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