"Las nuevas tecnologías ocultan una nueva forma de explotación laboral, en la que las propias víctimas se creen el ideario de la flexibilidad y de que pueden trabajar desde cualquier parte, también desde su casa". Así de rotundo se expresó ayer Luis Antonio Fernández Villazón, profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Oviedo y organizador, junto con la profesora Ana Rosa Argüelles Blanco, de las Jornadas "Inclusión activa y empleo de los grupos vulnerables", que se celebran en la Facultad de Derecho. Se trata de divulgar un trabajo de investigación convocado por el Ministerio de Ciencia e Investigación que se ha prolongado durante cuatro años, y cuyas conclusiones se presentarán este mediodía en el marco de las propias jornadas.

Fernández Villazón explicó que la vulnerabilidad es una técnica que se utiliza para el diseño de políticas sociales y en Derecho para hacer normas públicas más sensibles para personas con problemáticas singulares. En esa definición entran aquellos con discapacidades, las diferencias de sexo, las etnias, etcétera.

Pero ahora, y a raíz de la crisis, hay otra población vulnerable: los jóvenes, que tienen graves dificultades para encontrar empleo, y los mayores de 45 años, "que tendrán muy difícil reciclarse, formarse y volver a entrar en un mercado laboral volcado en los jóvenes", explicó el profesor.

Según argumentó, "las empresas no contratan por las ayudas que reciban, sino que lo hacen porque necesitan personas y después piden las ayudas". Pero el problema real es "que hay que valorar la efectividad de esas subvenciones, y eso las administraciones no se lo han planteado".

En este marco infieren también las nuevas tecnologías, la digitalización y la robotización, que se van imponiendo. "Destruyen un tipo de empleo y generan nuevas oportunidades para otro tipo de empleo. Pero esto no es así para los desempleados mayores de 45 años", señaló.

Fernández Villazón indicó que en la sociedad actual "sobrevaloramos que los jóvenes sean nativos digitales, porque eso no significa que lo sepan controlar y manejar todo. A veces pecan de excesiva confianza". Y advirtió de que "el mayor problema es que esas nuevas tecnologías trabajan las formas de trabajar y la organización, y en la práctica oculta una nueva situación de esclavismo, de explotación laboral que las víctimas aceptan sin ser conscientes de ello. Hace falta mucho trabajo de cultura y educación. Los mayores sí son más conscientes de esa explotación".