Asturias es marciana: por qué el cielo está naranja
Los fenómenos de dispersión de la luz a causa de la presencia de humo y ceniza explican la tonalidad anaranjada del cielo, similar a la de Marte

El parque de Las Meanas, en Avilés, a primera hora de esta mañana / Miki López
Probablemente esta mañana haya sido la vez que Asturias más se ha parecido a Marte. La tonalidad rojiza que domina la jornada ha sorprendido a los asturianos, que han comprobado estupefactos cómo la hora aparente del amanecer se ha retrasado (aunque en realidad el Sol ha salido a su hora). La explicación está en los fenómenos de dispersión de la luz del sol a causa de una densa capa de nubes compactada aún más por la presencia de cenizas y humo.
Pero el tono anaranjado se debe a la amplificación de los fenómenos de dispersión de la luz del sol que ocasionan que, en condiciones normales, veamos el cielo de color azul y este se tiña de rojo en el atardecer y el amanecer.
La luz que llega del Sol lo hace con todos los colores, que corresponden a distintas longitudes de onda. Si no tuviéramos atmósfera únicamente veríamos el disco solar, y el resto de la cúpula celeste permanecería oscura, tal y como se aprecia en las imágenes tomadas desde el espacio. Pero la atmósfera está formada por pequeñas partículas de gas, además de moléculas de vapor de agua. Cuando la luz choca con esas partículas les transmite energía, y estas vibran y la dispersan en todas las direcciones. Eso explica que durante el día veamos iluminado el conjunto del cielo.
El tono azulado se debe a que el ángulo de dispersión de la luz depende de la longitud de onda, por lo que en ese proceso los colores que componen la luz solar se separan. Los tonos violeta y azulados son los que más se dispersan, por lo que la luz del Sol que llega a nuestros ojos ha perdido buena parte de esas tonalidades que, en cambio, se extienden por el cielo. Esa es la razón por la que vemos nuestra estrella en un tono amarillento. Este fenómeno se conoce como "dispersión Rayleigh".
Esa es también la razón por la que al atardecer o al amanecer, cuando el Sol está bajo, el cielo y el disco solar adquieran una tonalidad rojiza. En esas horas, la luz solar recorre más atmósfera, por lo que la dispersión es mayor, de modo que también las tonalidades rojas se difunden.
Pero cuando en la atmósfera existen partículas de polvo en suspensión, o humo y cenizas, el efecto se acentúa, ya que la dispersión es aún mayor. En situaciones de gran cantidad de partículas en la atmósfera se añade otro fenómeno, la denominada "dispersión de Mie", ya que la materia en suspensión refleja y absorbe la luz solar en diferentes tonalidades, en función de su composición.
La atmósfera marciana es rica en polvos de óxido de hierro en suspensión, que absorben fuertemente los tonos azules, por lo que el cielo marciano ofrece esa extraña tonalidad amarillenta oscura que se observa en las fotografías de ese planeta. Sin embargo, es probable que el ojo humano notase el cielo marciano más azul de lo que pensamos a causa de cómo están formados nuestros ojos, con tendencia a preferir el azul en condiciones de baja luminosidad: el denominado efecto Purkinje.
En cualquier caso, Asturias está siendo hoy más marciana que nunca.
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