"La única razón para que prenda fuego el monte en esta época del año es la maldad". Lo dice Amador Menéndez, un ganadero de Las Tiendas, en Cangas del Narcea, tras ver cómo las llamas arrasaron por completo las dos únicas casas de la vecina Brañimiana. La malicia, junto a la sequía y unas condiciones meteorológicas extremas, dice, causaron tanta tragedia en el Suroccidente. "El tejado de una de las viviendas es nuevo de este año", asegura al poco de oír un estruendo. Es el tejado de uralita, que se acaba de desplomar. La imagen provoca angustia mientras la fina lluvia impregna el lugar de humedad. Menéndez mira con asombro esas dos viviendas que conoce perfectamente por dentro. "Una es de unos vecinos de Linares y los propietarios de la otra residen en Bornazal", aclara.
Además de buscar culpables, los afectados por los incendios piden planes de prevención. "Si no el próximo fuego será mayor", advierte César Villanueva, de San Salvador del Valledor. Allí llueve sobre mojado. Cada ciertos años vuelve la desgracia. "Los cortafuegos siempre estuvieron limpios. Y ahora, que tenemos más medios, no sabemos ni dónde están por la maleza", se queja. "Estamos olvidados", agrega. La misma protesta hace Víctor García, de Tablao (Degaña), que critica la "ausencia de apoyo por parte de las administraciones".
