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VÍCTOR GARCÍA | Empresario turístico de Degaña

"Casi un cuarto del concejo de Degaña se ha calcinado, es una pérdida incalculable"

"Aunque alguien se empeñe en que el futuro del municipio siga siendo negro como el carbón, los que amamos esta tierra no lo vamos a permitir"

Víctor García, con el monte situado frente a Trabáu a su espalda. D.ÁLVAREZ

Víctor García es uno de los jóvenes empresarios del Suroccidente (lleva junto a su familia el Rincón Cunqueiru y Quei Vitorino en Trabáu, en Degaña) que luchan por labrarse un futuro en su tierra de origen. Fue uno de los muchos vecinos que se enfrentó al terrible fuego del pasado domingo 15 de octubre cara a cara. Al lado de su tío y un primo pasó la noche en el monte de su pueblo, intentando frenar las llamas que avanzaban hacia las casas, con la única idea de acabar de manera decidida con un incendio que llevaba ya cinco días calcinando la Sierra de Degaña. Ese domingo se descontroló hasta el punto de saltar de ladera y poner en peligro su medio de vida. En su caso, el turismo, pero también la ganadería y la agricultura de otros habitantes.

- ¿Cómo se vivió el incendio que se acercó a Trabáu?

-Se vivió con angustia, porque no sabíamos qué iba a suceder, y con impotencia por ver que se está quemando el monte, ver cómo se quema el recurso del que vives y la tierra a la que perteneces, y ver que haciendo todo lo posible no eres capaz de frenarlo. Fueron momentos tensos y duros. Algunos vecinos cogimos el coche, un batefuegos, unos guantes y subimos. Éramos conscientes del peligro, pero teníamos la firme decisión de que ese fuego se tenía que apagar y que no podíamos permitir que se nos quemase el recurso que tenemos, y que nuestro pueblo y vecinos corrieran peligro. El fuego impone, ver llamas de 30 metros y los robles estallar delante de ti no es una cosa cualquiera, pero nos metimos con todas las consecuencias.

- ¿Qué supone para Degaña este incendio?

-Todavía no hay una medición oficial, pero calculo que casi un cuarto del concejo se haya calcinado. Nadie recuerda uno de tal magnitud en esta zona, ni gente de 80 años. Nadie en Asturias olvidará un día como el 16 de octubre en el que no amaneció. Supone una pérdida de biodiversidad enorme, incalculable. La flora y el hábitat de la fauna que se calcina, la cantidad de animales que mueren asfixiados o quemados... Y también se quema una parte de nosotros, del legado que dejaron nuestros antepasados, y de nuestro futuro. Aunque alguien se empeñe en que el futuro de Degaña tiene que seguir siendo negro como el carbón, los que amamos esta tierra no lo vamos a permitir.

-¿Cómo creen que va a afectar a vuestra empresa dedicada al turismo?

-Turísticamente esto es un freno importante, pero también para los ganaderos que se quedan sin un metro de terreno para dar de comer a las vacas. La pérdida es general y entre todos deberíamos conseguir unirnos para que las cosas se empiecen a gestionar de una vez con políticas incluyentes que tengan en cuenta a toda la gente que vive aquí. En nuestro caso estamos intentando potenciar la zona, dar una imagen positiva y ahora con qué cara mostramos esto... Éste es el primer freno: cuando uno mismo no tiene explicaciones. A la hora de realizar rutas o de avistar fauna esto es un total trastorno, tenemos que descartar mucho del trabajo que teníamos realizado. Por ejemplo, en el observatorio del oso, al que llegan muchos turistas, se puede prever que hasta dentro de 20 ó 30 años no vuelva a salir un oso por allí. Es como empezar de cero y con la previsión de que no se podrá contar con los sitios afectados por el fuego en años, no sólo a corto plazo. No es cuestión de improvisar algo para salir del paso, hay que ser consciente de que esto va a tardar en recuperarse.

-Una de las experiencias es el avistamiento de fauna, el oso especialmente. ¿Qué va a pasar con la especie aquí?

- La pérdida es muy difícil de calcular. En el caso de los animales no se trata sólo de huir el fuego, es irse para no volver porque en la zona no queda nada que comer. Ahora mismo los osos estaban comiendo castaña, bellota y hayuco que ya no van a encontrarlo en mucho tiempo, así que no van a volver. Aunque llueva, porque afortunadamente vivimos en Asturias, y veamos reverdecer, no podemos olvidar lo que se nos perdió. Esto tiene que ser un punto de inflexión para empezar a hacer las cosas de otra manera. Queremos una Asturias verde, una Asturias gestionada, no llena de brezo y de escobas que permiten avanzar los incendios.

- ¿Qué tipo de gestión cree que sería la adecuada?

-La gestión y la política deben estar adaptadas a las necesidades de cada territorio, de sus habitantes y de su valor ecológico. Hace falta que la gente se una, porque el mayor problema que tenemos es la despoblación. De hecho la fijación de población es clave, si hubiese más gente esto estaría gestionado por necesidad y en caso de una tragedia como la ocurrida, la gente no dudaría en apagar un fuego nada más verlo iniciarse, porque de ello depende su vida. Hay que generar custodios de este territorio, gente empoderada que lo defienda. Además hay que invertir en prevención, en mantener caminos, pistas forestales, cortafuegos. No se puede gestionar un monte sólamente con la prohibición o permisividad, que es lo que está haciendo la administración.

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