La búsqueda de la polilla de la patata en Pravia fue una labor detectivesca. El equipo de Sanidad Vegetal de la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales estuvo casi dos meses picando casa por casa para localizar el origen de la plaga en un almacén privado de tubérculos. "Aquí siempre hay bichos", contestó el propietario al ser preguntado por las polillas guatemaltecas que abundaban en su finca. La misma operación se repitió en Monteana (Gijón), donde se descubrió que un vecino había traído patatas infectadas de Taramundi.

Estas dos anécdotas, dice el director general de Desarrollo Rural y Agroalimentación, Jesús Casas, evidencian la dificultad que existe para seguir la pista de una plaga, que castiga de forma especial al occidente asturiano. "Al final nosotros tenemos una trampa en medio del campo con polillas. Pero alrededor no hay ninguna plantación y tenemos 150 casas. Tenemos que ir casa por casa para localizar el foco", comenta Casas, que no está contento, pero "tampoco desilusionado" con la evolución de la plaga. "No ha aumentado, sin embargo, en los concejos donde había sigue habiendo", lamenta.

El director general, que presentará el martes 31 en Navia los resultados, aboga por intensificar el plan de lucha contra la polilla y modificar la declaración de zonas infestadas -donde está prohibido el cultivo dos años- y tampón. "Las áreas pequeñas no funcionan; hay que declarar como contaminado zonas mayores", concluye.