No se le escuchó esta vez nada sobre la "indigencia política" de Podemos, no apareció el "cordón sanitario de supuesta pureza ética" con el que decía hace un año que los morados pretenden cercar al PSOE. De un debate de orientación política a otro, de noviembre de 2016 a la mañana de ayer, el cambio es la sutileza. Javier Fernández quiso más reposado el tono de la crítica que acompaña al mismo gesto de su mano tendida hacia la izquierda. En la hora larga de parlamento con la que inauguró en la Junta el debate sobre el estado de la región, el presidente del Principado probó a orillar el ataque frontal de aquellos otros discursos con más embestidas dialécticas. Bajó el volumen del reproche y se esforzó en volver a decir en un tono distinto más o menos lo mismo, ahora advirtiendo además que probablemente no habrá una próxima vez. Después de tres intentos fallidos, y con la legislatura en las últimas, Fernández quiso poner a sus antagonistas parlamentarios "ante otra oportunidad, acaso la última, para un acuerdo presupuestario de la izquierda. En 2018 andaremos por vísperas electorales y me parece imposible imaginar que entonces pueda haber un pacto si ahora no lo logramos".

Cerró a cal y canto la posibilidad de volver a volverse hacia la derecha. Desde allí se le allanaron los presupuestos en dos ocasiones, pero no habrá una tercera, no queda margen para las rebajas fiscales que con "pertinacia" demanda el PP ni "consideramos bueno ni razonable seguir reduciendo ingresos", lo que deja el porvenir de las cuentas regionales colgando de un combate que en la visión del Presidente la izquierda librará contra sí misma, o contra sus propios prejuicios. Era eso en realidad un despeje hacia el campo de Podemos e IU, y por eso remarcando de palabra que "por el Gobierno no faltarán esfuerzos ni gestos, si eso también se pide", el Presidente expuso su convicción de que en esta negociación presupuestaria "la izquierda se enfrenta a su propia responsabilidad, a su capacidad para demostrar que puede superar sus recelos para contribuir al progreso de Asturias. Cada cual se va a retratar". "Por muy poco lustre que otorguen los acuerdos ante las hinchadas de cada cual", les apremiaría después para apuntalar el argumento, "hay circunstancias que los requieren".

Tendió la mano, a la búsqueda de un pacto inédito, de un consenso sistemáticamente malogrado en sus años de presidente, y lo hizo sin concretar promesas de cesión en los asuntos que hasta ahora más dificultan el acuerdo. Mencionó las escuelas infantiles para menores de tres años y la unidad anticorrupción, grandes caballos de batalla del diálogo presupuestario con Podemos, pero los recelos posteriores de la formación morada demostraron que no con la requerida concreción. Respecto a las guarderías abrazó el discurso oficial de su Gobierno sobre "el cambio de modelo" y "el objetivo de avanzar hacia una red pública"; mencionó la oficina contra la corrupción para decirse "dispuesto a aceptarla", pero esquivando la apostilla de la formación morada respecto a la exigencia de que sea independiente del Gobierno, añadiendo su propia condición de que "tenga un buen encaje legal y un razonable coste presupuestario". El presupuesto sólo era, aclaró, una de las al menos tres cuestiones prioritarias sobre las que urge el pacto, aquellas "que el Ejecutivo no puede resolver con sus únicos medios ni con el exclusivo apoyo de los catorce escaños del grupo socialista". Además de para las cuentas autonómicas, pidió propuestas para llegar a un consenso en torno al recién nacido plan de lucha contra el desafío demográfico y para la ordenación del área metropolitana, que de acuerdo con su consejero de Infraestructuras rebautizó por su trascendencia como "proyecto Asturias".

Todo con muchos menos reproches que de costumbre, con apenas alguna contada invectiva sin destinatario expreso, sin nombrar siquiera a Podemos al hablar de la lesiva y recurrente controversia alimentada por la formación morada respecto a las listas de espera sanitarias, permitiéndose aquí poco más que lamentar que "la crítica sale gratis, aunque sea mera ponzoña o, simplemente, esté indocumentada".

Había empezado Fernández su discurso por el diagnóstico, por un dictamen sobre el estado de la región que le valdría un casi unánime calificativo de "complaciente" cuando la oposición evaluó sus palabras en los pasillos del parlamento. El jefe del Ejecutivo autonómico definió la Asturias de 2017 en la línea optimista de su discurso de inauguración de la Feria de Muestras, el pasado verano. "No intuyan triunfalismo", dijo a los diputados en un esfuerzo baldío que vino antes de asegurar varias veces y de varias maneras distintas que la región de su mano "consolida su mejora", "ha afianzado la recuperación", "los indicadores asientan", "el paro se reduce", el PIB crece y así sucesivamente. A vista de Presidente, la "potencia industrial en una economía terciarizada, infraestructuras y equipamientos mejorados, fortaleza creciente de los servicios públicos y un patrimonio natural y cultural cuidado y valorado son paredes maestras de esta región, que enfrenta en el invierno demográfico su mayor problema".

El Presidente sacó pecho por el funcionamiento del Estado del Bienestar, llamó a la protección del medio ambiente sin "despeñarse por un discurso antiindustrial", ajustó cuentas por "el chaparrón oportunista de críticas con el que fueron recibidos" el HUCA y el nuevo hospital de Mieres y tanto se lanzó al festejo puso "en construcción los proyectos" de los institutos de La Florida y La Corredoria, en Oviedo, que todavía no.

Defendió paso por paso la gestión de cada departamento de su gobierno y fue canónico en la parte breve que dedicó a la controversia reciente sobre el asturiano. Con la cooficialidad metida dentro de los postulados de su partido desde el último congreso socialista, ayer Javier Fernández se limitó a remitirse con disciplina y una brevedad que le reprocharía la oposición a lo que del bable dice su programa electoral, a la "protección y promoción" y al "plan piloto experimental" que la Consejería de Educación ha puesto en marcha en algunos colegios.