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Desvelan varios casos de azafatas asturianas increpadas por no hablar catalán

El caso reciente de la expulsión de dos pasajeras en un vuelo a Menorca destapa una realidad más frecuente de lo esperado

Desvelan varios casos de azafatas asturianas increpadas por no hablar catalán

Esto es una azafata asturiana, dos catalanas y Carles Puigdemont. Parece el inicio de un chiste, pero son los protagonistas de una polémica que incluye una lección de cómo se propagan versiones falsas de un incidente que, incluso, llegan a debatirse en un Parlamento. Y también el ejemplo que ha destapado que no son extraños los incidentes en aviones con pasajeros catalanes, como ha podido comprobar este periódico entre tripulaciones asturianas de diversos vuelos.

El pasado sábado, una mujer contó a un medio catalán que había sido expulsada de un avión de la empresa Vueling por hablar catalán. En concreto, se refería a una de las azafatas, que al no entenderla, le pidió que le hablara en castellano, ya que ella era asturiana. Otra miembro del pasaje recordó a la azafata que "era su obligación saber catalán, porque trabajaba en una ruta que salía de Barcelona". Pero esta reclamación, en realidad, no se fundamenta: el requisito que Vueling exige a sus asistentes es manejar únicamente el castellano y el inglés. La situación degeneró de tal manera que se requirió la intervención de la Guardia Civil antes del desenlace: el comandante terminó por expulsarlas de la cabina.

Sin embargo, las versiones de otros viajeros difieren de la interpretación que daba el medio catalán. LA NUEVA ESPAÑA pudo acceder a una testigo, que prefiere mantener su anonimato por el clima de tensión que se vive en Cataluña y "por haber recibido amenazas al dar su testimonio en las redes sociales". Esta usuaria afirma que "las señoras se pusieron como unas energúmenas". Otros pasajeros aportaron datos que corroboran esta versión. "La azafata dijo que como era asturiana no sabía catalán y reaccionaron mal" o "la azafata fue a darles indicaciones porque estaban ubicadas en los asientos cercanos a la puerta de emergencia", dicen.

Ese nuevo enfoque no fue óbice para que la noticia corriera como la pólvora entre los nacionalistas. Tanto, que hasta Carles Puigdemont condenó lo sucedido. En un escueto mensaje en Twitter, el expresidente de la Generalitat citó la noticia y añadió que "en España se extiende una ola de autoritarismo. Es injustificable expulsar a alguien de un avión por su idioma". Los responsables de Vueling, que habían convocado una rueda de prensa ayer por motivos distintos, se comprometieron a investigar el conflicto ante las preguntas de los periodistas. Pero por la tarde, ya era una cuestión de Estado en el Parlamento de las Islas Baleares. Todos los grupos con representación en la Cámara empezaron su intervención con un condicional: "Si esto es cierto (...) es muy grave".

La historia de estas pasajeras y la azafata asturiana ejemplifica la facilidad con la que una noticia sin comprobar se propaga. Pero también evidencia que unos sucesos que podrían parecer excepcionales son más comunes de lo que parece.

Tal y como ha podido saber LA NUEVA ESPAÑA, este verano aconteció un encontronazo similar con protagonistas parecidos: otra azafata asturiana increpada por dos pasajeras molestas por dirigirse a ellas en castellano y no en catalán. Únicamente difieren en la fecha, como indicaron personas próximas a la trabajadora de la línea aérea y el lugar de partida, ya que en este caso el avión salía desde Palma de Mallorca y no desde la Ciudad Condal.

Otra azafata asturiana que ya no ejerce como tal vivió un episodio similar hace tres años, en un vuelo de Barcelona a Canarias. Debido a algún pequeño problema con su asiento, un viajero comenzó a hablarle en catalán. "Yo le dije que no le entendía, que por favor me hablara en castellano. Él me replicó que yo tenía la obligación de hablarle en catalán, que él trabajaba en la Generalitat y que lo sabía perfectamente", explica la joven gijonesa, quien avisó a la sobrecargo, y ésta templó gaitas.

Cuando concluyó el vuelo, al bajarse del avión, el pasajero volvió sobre el asunto y advirtió a la azafata que presentaría una reclamación. De esta conversación fue testigo un trabajador del aeropuerto barcelonés que le dijo a la muchacha que no se preocupara, que el viajero no tenía razón y que la apoyaría si el catalanoparlante presentaba la queja. La azafata no volvió a saber del asunto. "Teníamos claro que Vueling era un avión de bandera española y que nuestra obligación era hablar en castellano", relata. Sucesos de este tipo "ocurrían a menudo". No llegaban a la reclamación, pero "era frecuente que aunque dijeras que no entendías catalán siguieran hablándote en catalán".

Hasta el momento estas riñas no habían trascendido como la del pasado sábado. Una polémica ya de altos vuelos, aunque al contarla suene a chiste.

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