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Malestar al subir el listón para la docencia universitaria: "Ni Einstein tendría cátedra"

"Nadie discute el valor de la investigación pero se nos impone un traje estrecho", opinan los profesores ante la prioridad otorgada a las publicaciones

Malestar al subir el listón para la docencia universitaria: "Ni Einstein tendría cátedra"

Si Einstein viviera, los nuevos criterios de acreditación para el acceso a los cuerpos docentes universitarios le impedirían hoy ser catedrático. Cuando el físico alemán alcanzó el máximo nivel en la escala universitaria, en torno a 1910, acumulaba 25 artículos, por lo que no llegaba ni a la mitad de los que se exigen ahora en el área de Física y Química: 50. Más aprietos. Einstein logró la cátedra con 31 años. A esa edad, en el momento actual, ni siquiera se llega a profesor titular. En la Universidad de Oviedo tienen asumido desde hace tiempo que el acceso a la función pública es lento y costoso. Pero, ahora, además, se han endurecido los requisitos, cuestión que ha generado hondo malestar en la comunidad académica. "Ni Einstein podría ser hoy catedrático", aseguran algunos.

El cambio de modelo, del que se publicó un adelanto a finales de 2016, endurece "de forma desproporcionada" las exigencias para ser profesor, a ojos de destacados cargos de la institución docente asturiana. Los nuevos criterios de la Agencia Nacional para la Evaluación y la Acreditación (ANECA) dan protagonismo a las publicaciones realizadas, algo que en determinadas áreas se considera incluso un elemento "disuasorio" para los futuros aspirantes a las plazas. "Nadie discute el valor de la investigación sino los requisitos que se están planteando. Tenemos un traje un poco estrecho", reconocieron varios responsables de centros durante la última reunión del Claustro.

Entre tanto, la media para alcanzar una plaza de titular de Universidad (contrato laboral indefinido a tiempo completo con uno o dos sexenios de investigación cumplidos), que es el paso previo a la cátedra (contrato laboral indefinido a tiempo completo con tres o cuatro sexenios de investigación cumplidos), se encuentra en torno a los 35 años y el ascenso a catedrático no llega, en ningún caso, antes de os 53 años, según los datos que manejan en la Universidad asturiana.

En el asunto de las acreditaciones, el sistema que se implanta ahora incluye 21 comisiones en lugar de las cinco que operaban hasta ahora -por áreas concretas de conocimiento en lugar de ramas- y cambia la puntuación numérica por una calificación por letras que va de la A a la E, siendo la A excelente y la D, insuficiente para la acreditación. La E responde a circunstancias especiales y solo es de aplicación cuando el solicitante haya desarrollado buena parte de su carrera en una institución no universitaria. Al mismo tiempo, para convertirse en catedrático, por ejemplo, se piden más trabajos para acreditar la investigación en 18 de las nuevas 21 áreas. Si antes el aspirante a catedrático en el área de Ciencias necesitaba al menos 40 publicaciones en revistas reconocidas internacionalmente, ahora se modifican esas cifras, con diferencias entre los que aspiran a la plaza en Matemáticas, a quienes se les exigen 35 publicaciones; o en Física o Química, donde son necesarias 50 publicaciones. En ambos casos pasa del centenar el número de artículos exigidos que se hayan publicados en revistas del Journal Citation Report (JCR), que es el indicador de calidad más conocido y el más valorado por los organismos de evaluación de la actividad investigadora. En el área de Ciencias Sociales antes se requerían 16 artículos en estas revistas y ahora son necesarias, en el caso de Derecho, cuatro monografías, 15 capítulos de libro y 15 artículos para llegar a una calificación "B". Si se aspira a una evaluación excelente, los profesores de Derecho deberán reunir seis monografías, veinte capítulos de libro y otros tantos artículos en revistas.

En Ciencias de la Educación, para optar a la plaza de catedrático, se impone el requisito de alcanzar 24 publicaciones de calidad, de las cuales cuatro deben ser artículos publicados en revistas incluidas en el JCR en el primer cuartil por índice de impacto. El problema, explican los afectados, deriva en que quienes no publican asumen una elevada carga docente que impide alcanzar el número de artículos científicos exigidos ahora por la ANECA.

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