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"Me escondía en el armario y llegué a orinarme encima de miedo"

El espeluznante relato de una asturiana maltratada por su marido durante 38 años

Testimonio de Victoria, víctima de malos tratos

Testimonio de Victoria, víctima de malos tratos

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Testimonio de Victoria, víctima de malos tratos Marián MARTÍNEZ OVIEDO

"Me llegué a orinar encima del miedo". Fueron casi 40 años de maltrato psicológico en los que Victoria (nombre ficticio) escuchaba como "piropos" casi habituales "asquerosa", "escoria", "no eres nada, no vales para nada"... Así, desde los 17 años que se casó hasta los 55 que decidió romper con todo y se divorció. "Sólo me pegó dos veces, pero el maltrato psicológico... me dio hasta límites insospechados".

Victoria narra su experiencia vital a LA NUEVA ESPAÑA con un único objetivo: "Que ninguna mujer crea que su historia es diferente. Siempre es igual. Y no se puede soportar vivir así ni por los hijos, ni por la familia, ni por dinero... por nadie".

Ni una sola señal le hizo sospechar que aquel hombre amable y atento, que es cierto que le llevaba unos cuantos años pero que parecía adorarla, escondía un monstruo. Se conocieron cuando ella tenía apenas 16 años y solo un año y medio después se casaron.

Pero para sorpresa de todos, el mismo día de la boda se produjo el primer estallido de ira. "No sé qué pasó. Algo hizo o dijo mi padre y le pareció mal. Montó un espectáculo, pero todo el mundo lo achacó a los nervios", recuerda Victoria. A partir de ese momento, todo fue a más.

"La primera vez que me pegó fue una noche. Estábamos viendo la televisión y él se levantó para ir al baño, entonces vio la luz de la cocina encendida. Vino y me arreó un bofetón porque estaba gastando luz a lo tonto". A partir de ahí, no tenía que haber motivo alguno para provocar su ira: una chuleta con poca sal para su gusto, una sopa que le parecía espesa, una menestra que no estaba en su punto de temperatura... "Los platos saltaban por los aires, los gritos y los insultos"...

Victoria rompe a llorar y es necesario hacer un descanso para que beba un poco de agua y se tranquilice. Cuando retoma la narración de su vida, entra en detalles más profundos.

"Llegué a esconderme en el armario de mi hijo cuando sentía que llegaba a casa. Yo hacía una actividad de siete a ocho de la tarde, y tenía que estar a las ocho y media en casa para no tenerla. Si perdía el autobús, no sabía cómo hacer para tranquilizarle. Me llegué a orinar encima de miedo".

Y mientras en su casa se vivía ese calvario, la imagen social era bien distinta. "Él era muy respetado en su trabajo, un gran profesional. Y yo quería ser como las mujeres de los demás. Así que 'vendía' que tenía un marido muy atento, pendiente de mí, que me hacía regalos... Mentiras que luego se volvieron en mi contra, porque cuando me separé nadie lo entendía y todo el mundo se puso en mi contra".

Así fueron pasando los años. Uno, otro, otro, otro más, hasta 38. ¿Cómo se puede aguantar eso? ¿No se sentía reflejada cuando veía otros casos en los medios de comunicación?

"Se aguanta porque te da, te da, te da, te machaca una y otra vez y llegas a pensar que realmente la culpa es tuya porque lo haces mal todo. Llegué a sentarme en el inodoro con la toalla en la mano esperando que acabara de ducharse para secarlo. Todo por tener paz, para no reñir, para que todo fuera bien. Cuanto más sometimiento más temor y más haces por complacerle y que haya estabilidad. La presión y el terror son tan fuertes que aprendes a hacer las cosas como él quiere, aprendes ese mecanismo de defensa para sobrevivir".

"Y no, cuando ves otros casos no te ves reflejada, sobre todo si llevas unas semanas o un mes sin que haya lío. Piensas que lo tuyo es distinto, que lo manejas de otra manera. Es mentira, sólo te autoengañas. Cuando piensas que no puedes más, te apodera el miedo, no quieres disgustar a la familia, a tus hijos, a tus padres. Yo trataba de ocultarlo todo para que los demás no sufrieran".

Los hijos son la otra parte débil del maltrato a las mujeres.

"Se dan cuenta de todo por pequeños que sean, y sufren, sufren mucho. Cuando yo fui consciente de eso, se me partió el corazón", concluye Victoria.

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