"Teniendo en cuenta la de horas que se pasaron en medio de la nada, no tenemos prisa ninguna por volver a casa. Lo importante es que están bien, que ya no corren peligro y que todo esto se quedará como un recuerdo terrible pero con un final más que alegre". De las palabras de Carmen Sampedro, mujer de Felipe Menéndez, uno de los dos náufragos que sobrevivieron casi doce horas en altamar, agarrados a los restos de su embarcación hundida, se desprende la angustia: la de una noche interminable en la que el reloj avanzaba y su marido y su compañero no volvían. El susto comienza a salir del cuerpo, pero no de la cabeza.

"De ahora en adelante no voy a poder dormir cada vez que salga a la mar", reconoce Sampedro, que no deja de agradecer la "increíble colaboración vecinal" en La Arena. "Cuando leímos en LA NUEVA ESPAÑA que varios compañeros habían salido a la mar para buscarlos, nos emocionamos muchísimo. Queremos mandar desde aquí nuestra inmensa gratitud a todos los que nos intentaron ayudar", aseguró. "Estamos recibiendo tantos apoyos que no tenemos palabras para agradecerlo como es debido. Para mi marido las visitas de hoy fueron un impulso a seguir mejorando", añadió, emocionada.

Una de esas visitas especiales fue la de Juan Bautista Prendes, íntimo amigo de Felipe Menéndez y Miguel García y que no dudó en echarse a la mar a buscar a los náufragos durante seis horas. "No esperaba encontrarlos así", confiesa con la trémula voz de a quien se le pasaron los "peores pensamientos" por la cabeza. "Es un milagro: aguantar tantas horas en el agua, con ese frío", enfatiza. Prendes había estado en los alrededores de la zona en la que finalmente fueron encontrados los náufragos unas horas antes. "Pero no los oí", lamentó.

Quienes sí lo consiguieron fue la tripulación del buque de salvamento "Alonso de Chaves", quienes finalmente rescataron a Menéndez y García tras una epopeya de doce horas. "No les tocaba morir ahí. No sé si fue un milagro, pero por lo menos un cúmulo de circunstancias afortunadas", reconoció Ana Trueba, primera oficial del buque y la primera que oyó el silbato de los náufragos. "Fueron increíblemente fuertes, yo no hubiera aguantado tanto", comentó.

"No sabíamos qué nos íbamos a encontrar, pero siempre te pones en lo peor", relató Trueba. Fue a las 1.20 horas cuando les movilizaron dentro del operativo de salvamento. Tras más de cuatro horas y media, se produjo el milagro."Ya íbamos a cambiar de rumbo", reconoció el experto. A las 5.55 horas de la mañana, a unos cinco kilómetros de la costa, al noroeste del Cabo Peñas, encontraron a los náufragos en evidente estado de hipotermia.

"Felipe sólo repetía que ayudásemos a Miguel, que estaba peor; Miguel decía que le dolían mucho las piernas y ya estaba casi rígido", rememoró Trueba. "Miguel, aún cuando ya les estábamos rescatando, seguía soplando el silbato y gritando, estaba en shock", resumió.

Una vez en el buque, "lo primordial era que entrasen en calor". Por ello, les quitaron toda la ropa mojada y la cambiaron por ropa de abrigo seca y ayudas térmicas. No les dieron ningún alimento. "Únicamente les hidratamos un poco, porque puede ser malo el cambio de temperatura", aseguró Trueba. "En esos momentos no piensas, solo quieres que llegue cuanto antes la asistencia sanitaria y que puedan estar de vuelta junto a sus familias", añadió. Sí tiene claro la rescatadora que "sabían muy bien lo que hacían, no eran novatos, tenían puestos dos chalecos y ropa de abrigo, sabían cómo actuar".

Mientras llegaba el helicóptero Helimer 203 que los trasladó a tierra para llegar al Hospital de Jove, cuenta un rescatador que les comentó, bromeando, que tenían que comprar la lotería ya que habían tenido mucha suerte. "Con esto, ya nos tocó", balbuceó Menéndez.

Tanto Felipe Menéndez como Miguel García se recuperan en el Hospital de Jove, donde se espera que a lo largo del día de hoy les puedan dar el alta. Por el momento, se les están haciendo análisis y pruebas mientras se les rehidrata. García, quien llegó en peores condiciones tras sufrir una arritmia que le mantuvo varias horas en la Unidad de Cuidados Intermedios, se recupera más lentamente y aún le cuesta andar.

Sin embargo, quienes les visitaron ayer les vieron "muy bien de ánimo, débiles pero recuperándose". De hecho, "tienen muchas ganas de salir del hospital y volver a casa", aseguró Marco García, hermano de Miguel y, con ello, volver a pescar. "Están muy bien anímicamente, se les ve bien; se mueren de ganas por volver a salir a la mar", explica Juan Bautista Prendes. Quizá para dar las gracias a la Virgen del Carmen, patrona de los marinos.