Los compañeros de Felipe Menéndez y Miguel García sabían que sus dos amigos habían zarpado en busca de sanmartinos. Sabían, también, que habían prometido a sus familias regresar antes del anochecer. Pero no volvieron, y en La Arena saltó la alarma. Mientras Salvamento Marítimo desplegaba un amplio dispositivo de rescate por mar y aire, siete pescadores de la localidad salieron a la mar a medianoche y "con lo puesto" para buscar a sus amigos desaparecidos.

Partieron de La Arena, en total, tres embarcaciones. En una de ellas zarparon Miguel Ángel Menéndez y Juan Carlos Fernández, acompañados de otros dos vecinos. "Estuvimos unas cuatro horas dando vueltas y no vimos nada. Nos dieron un susto tremendo", explica Menéndez. Mientras trabajaban en su lancha de arrastre de percebe en el pueblo El Castillo, donde residen, los varones espantaban ayer cualquier tipo de halago. "Seríamos héroes si los hubiésemos encontrado. Pero no hicimos nada que otro compañero en nuestro lugar no hubiese hecho. Salimos con lo puesto porque en casa no pintábamos nada", sentencia Fernández.

Con su embarcación se acercó también Eloy Sopeña, patrón mayor de la cofradía de pescadores de San Juan de La Arena. "Yo ya estaba en la mar buscando calamares. Obviamente, cuando me avisaron de lo sucedido mandé todo a la porra y me puse a buscarlos. Por suerte los encontraron a tiempo", explica.

El más tenaz de los vecinos de La Arena fue Juan Bautista Prendes. "Siempre que salen a la mar me llaman. Pero ayer -por el miércoles- sus teléfonos comunicaban. Yo ya me puse nervioso. Es una costumbre que la gente que no pesca no puede comprender. Cuando un compañero no responde al teléfono, los que esperamos en tierra nos ponemos sobre aviso", señala. Le pudo la incertidumbre, llamó a su padre y se subió con él a su lancha con la firme intención de no regresar a tierra hasta que sus dos amigos estuviesen a salvo.

Prendes se subió a la lancha con la radio encendida y "sin ninguna prisa". "No pensaba volver hasta saber de ellos; es lo que habrían hecho si fuese yo el desaparecido. Recorrí todos los rincones posibles, me hubiese gustado encontrarlos yo", asegura. Pasó, de hecho, por la zona en la que Salvamento encontró más tarde a los dos pescadores. "No los pillé por los pelos", Prendes tenía sentimientos encontrados.

"Veía una boya, una rama o un plástico cualquiera flotando y se me paraba el corazón. Una parte de mí quería dar con ellos pero la otra ya se había puesto en lo peor y temía lo que me podría encontrar", reconoce. Cuando aparecieron abrazados a su embarcación, seis horas más tarde, regresó por fin.

El hallazgo de los pescadores fue ayer el tema de conversación en todos los bares. "Se salvaron porque en esas lanchas cuando la popa se hunde el aire sube a la proa y hace de flotador", explica Ramón Argudín, vecino de La Arena. José Ramón Regueiro recibía a cada rato llamadas de pescadores de otros concejos: "Todos los compañeros de la región están pendientes de ellos". Afortunadamente, la noche en vilo amaneció con final feliz.