La lotería es un negocio ruinoso. Desengáñense, las matemáticas establecen que, estadísticamente, todo aquel que juegue al sorteo del Gordo perderá dinero. Otra cosa es la creencia: la fe siempre va, por mucho que nos empeñemos, por delante de la razón en nuestros quehaceres diarios. Sólo así se explica que persistan la superstición y la idea de una fortuna que reina por encima de las cosas pese a que la ciencia constata que suerte y azar son cosas bien distintas.

Números

Números

El bombo de los números de la lotería de Navidad consta de 100.000 bolas. Todas ellas, ya sean los números más guapos o más feos, tienen la misma probabilidad de salir. Incluso, estadísticamente, tiene idéntica posibilidad de repetirse el número afortunado con el Gordo del pasado año, porque la estadística no es acumulativa. Es decir, si usted compra un número tiene una entre cien mil posibilidades de conseguir el Gordo. No obstante, esta probabilidad es superior a la de ganar la Primitiva o el Euromillón.

¿Pero eso es mucha o poca probabilidad?

Para hacernos una idea de lo que significa la probabilidad de una entre cien mil de lograr el Gordo podemos compararlo con otras estadísticas menos reconfortantes. Un estudio de la Universidad Tulane, en Estados Unidos, evaluó el riesgo de peligrosidad de ciertos accidentes.

Según este estudio, la probabilidad de ser el afortunado del sorteo de Navidad están entre morir por un terremoto (1/30.000) o por un accidente de avión (1/130.000). Aproximadamente, la esperanza de ser el ganador del Gordo tiene el doble de probabilidad que confiar en que te caiga un meteorito encima (1 entre 250.000).

La esperanza es perder

Si consideramos el conjunto de dinero que se reparte en premios y la cantidad global que juegan los participantes en el sorteo de la Lotería de Navidad se obtiene la "esperanza matemática". Se trata de un parámetro ya bastante representativo: por cada 20 euros jugados, sólo se recuperan en premios unos 17 euros; de cada 100 euros, se recobran unos 70. Es decir, en términos globales la Lotería de Navidad es una perfecta maquinaria para perder dinero.

Algo siempre toca

Esa es una frase reiterada en este sorteo, pero tampoco es cierta. Las posibilidades de que alguno de los números que juegas se lleve un premio es del 14 por ciento. Pero esa es la probabilidad para solo un billete. Así, si juegas un número con cada una de las terminaciones (del 0 al 9), las posibilidades de lograr el Gordo se incrementan notablemente, multiplicándose por 10: sería ya una entre 10.000.

No se lancen, es bastante menos de las posibilidades de ser asesinado (1/185) o sufrir un accidente de coche (1/90). Con todo, las probabilidades de recibir algún premio ya serían del 100 por cien, puesto que al menos un reintegro cae.

Más allá del reintegro ya es difícil

Dado que la posibilidad de lograr al menos el reintegro son de una de cada diez, la opción de conseguir algo más que lo jugado ya cae a un 5 por ciento. Si excluimos la pedrea y usted aspira a un golpe de suerte logrando alguno de los números que van del Gordo al tercer premio, las probabilidades de acierto rondan el 0,019 por ciento.

Siempre le toca a Hacienda

Es una realidad como un templo. Thomas Jefferson decía aquello de que la lotería es un impuesto que recae "solo en aquellos que quieren pagarlo de buena gana", justamente por el desconocimiento de las matemáticas que hay detrás. Del total de lo recaudado por Loterías y Apuestas del Estado en la venta de décimos, sólo se destina a premios el 70 por ciento. Y además, Hacienda se lleva un 20 por ciento de los "afortunados" con ganancias superiores a los 2.500 euros.

¿Tienen más suerte los asturianos?

En cuanto al Gordo. Cualquier número tiene las mismas posibilidades de obtener el primer premio, da igual que usted lo haya comprado en Cudillero que en Sort o en Doña Manolita.

Eso sí, como la cuantía que se juega en Asturias es solo una parte del conjunto del Estado, en términos globales las opciones de lograr premios se reparten de forma proporcional. Los asturianos juegan algo más que la media nacional a la lotería y las compras de décimos representan unos 100 millones de euros respecto a los 3.400 millones de euros emitidos. Es decir, cualquier premio tiene unas probabilidades de caer en Asturias de aproximadamente un 3 por ciento.

Pero eso no significa que los asturianos tengan, individualmente, menos opciones de obtener el Gordo, porque cada número adquirido en una administración tiene las mismas posibilidades que cualquier otro por ser el afortunado. Ese dato sólo implica que en el reparto global los asturianos se llevan una parte del conjunto de los premios que, por otro lado, coincide bastante bien con su peso estadístico en población. No hay más ni menos suerte por territorios. Eso sí, al ser menos habitantes, en el resultado final -de forma estadística-, nos toca menos: un pellizco del 3% de los 2.800 millones de euros que se reparten en premios. Es decir, en total, unos 71,4 millones de euros. Si los repartiésemos entre todos los asturianos supondría unos 70 euros por cabeza, pero seguro, seguro, que hemos gastado bastante más: de hecho, casi 95 euros por habitante. ¿Ven? Los números no fallan. Suerte.