Un semestre más se repite la pauta que viene reproduciéndose desde finales de 2008 en nuestro país: el retraso continuo del momento de abandonar el hogar familiar por parte de la población joven para poder comenzar un proyecto de vida independiente. En el primer semestre de 2017, solo el 19,4% de las personas de 16 a 29 años estaban emancipadas. Además, no solo es que más de 8 de cada 10 jóvenes sigan viviendo en casa de sus padres, sino que el 37,6% está en riesgo de pobreza o de exclusión social. Son datos del último boletín del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) que, según Víctor Reloba, vicepresidente y responsable del Área Socioeconómica del CJE, “ponen sobre la mesa tanto la gravedad de la situación de vulneración que viven las personas jóvenes en nuestro país, como la pasividad e incapacidad de nuestros dirigentes para atajarla”. “Vamos a tener que pedir emanciparnos a los Reyes Magos porque con estos salarios y con estos precios es totalmente inasumible”, añade Reloba.

Efectivamente, con este nuevo informe, el CJE pretende alertar y denunciar las condiciones laborales y sociales que sufre el colectivo joven, unas condiciones que se traducen en la imposibilidad de desarrollar un proyecto de vida propio e independiente del “colchón familiar” debido, por una parte, a la precariedad que caracteriza sus relaciones laborales, y por otra, a la dificultad para acceder a una vivienda, ya sea en propiedad o en régimen de alquiler.

Si comenzamos por analizar el empleo de las personas jóvenes, nos encontramos con que sigue siendo la precariedad, traducida en temporalidad, parcialidad y sobrecualificación, la principal característica de sus condiciones. Los datos no dejan lugar a dudas: en primer lugar, la tasa de paro de las personas menores de 30 años alcanza el 29,7%. En segundo lugar, según datos registrados en el Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE), el 92,4% de las nuevas contrataciones realizadas a jóvenes de 16 a 29 años fueron de carácter temporal, los contratos indefinidos sólo fueron el 7,6%, lo que provoca que un 48,9% de la juventud que trabaja es temporal. Y, por último, si hablamos de sobrecualificación, vemos que el 47,7%% desempeña trabajos por cuenta ajena de menor cualificación a la que realmente posee.

La otra línea de estudio del Observatorio de Emancipación es el acceso a la vivienda por parte de la población joven. Pues bien, una persona joven debería destinar el 60,8% de su salario para poder adquirir una casa en propiedad y debería cobrar 4,3 veces su salario solamente para hacer frente al importe de la entrada de una vivienda en régimen de compraventa. Si optamos por el alquiler, el incremento producido en este periodo también hace inviable esta fórmula: una persona joven necesita el 85,4% de su sueldo para alquilar un piso.

“La precariedad y la pobreza son el Grinch de las Navidades de la juventud”, asegura Víctor Reloba. Con un salario medio más que insuficiente, unas condiciones laborales totalmente indignas y un mercado de la vivienda claramente inaccesible, nos encontramos ante un importante riesgo social, argumenta. En palabras del vicepresidente y responsable del Área Socioeconómica del CJE, “sin una juventud que trabaja, vive y forma una familia, la sociedad camina hacia el colapso de las pensiones y del relevo generacional”.