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La guía secreta de Asturias

El pueblo del nieto del ferreiro

Besullo, en Cangas del Narcea, presume de contar entre sus vecinos con el escritor Alejandro Casona, hijo de maestros y que pasó allí los primeros cinco años de su vida

El mazo de Besullo, conocido también como Mazo d'Abaxu. ANA PAZ PAREDES

Hace ya unos cuantos años que Genoveva y su sobrino Uriel, dos de los personajes de "La casa de los siete balcones", ya no se asoman imaginariamente tras las ventanas del edificio que le inspiró, en Besullo, al escritor asturiano Alejandro Casona una de sus obras teatrales más conocidas, junto con "Prohibido suicidarse en primavera" y "La dama del alba", entre muchas de su prolífica obra. Un incendio acabó hace años con el lugar donde sus padres daban clase y que el autor siempre llevó en el recuerdo hasta el punto de elegir "Casona" como su apellido literario, pues se llamaba Alejandro Rodríguez Álvarez.

En este pueblo de Cangas del Narcea, donde la historia de la ferrería forma parte indiscutible del paisaje, nació el literato el 23 de marzo de 1903, hijo de Gabino y Faustina, ambos maestros, y el primero natural de Besullo, donde el abuelo del escritor era un reconocido ferreiro, un oficio por aquel entonces muy habitual en toda la zona y que, con los años, ha ido desapareciendo: quedan ya muy pocos en activo. En Besullo vivió sus primeros cinco años entre la casa en la que nació, "Casa Pachón", y sus idas y venidas a la casona donde sus padres daban clases a los niños del pueblo. Además, el autor refiere en un escrito otro lugar emblemático de su infancia, su "juguete": "La Castañarona, un castaño enorme, con el tronco hueco por completo por un rayo y sin ramas, donde cabíamos dentro siete u ocho niños. Era prodigioso porque un día era un castillo, otros un barco, a veces un palacio y en ocasiones un bosque. En definitiva, era un juguete maravilloso que era muy difícil que un niño de ciudad pudiera tener y nosotros, niños de aldea, poseíamos sin lugar a dudas".

Besullo, que se encuentra en medio de un paisaje espectacular, tiene un buen número de casas, y aunque la cantidad de habitantes es considerablemente menor en invierno, sin embargo tanto en fin de semana como con la llegada de las vacaciones el pueblo revive. Y sobre todo en agosto, cuando son las fiestas de Las Veigas. Tiene varias paneras y hórreos de interés, sin olvidar la importancia de la historia de la ferrería en la zona gracias a su restaurado mazo, que hay que visitar con guía para conocerlo y comprender su funcionamiento. Conocido como el Mazo d'Abaxu, es el único que queda en pie de cuantos había alrededor y que funcionaban hace más de cincuenta años

Además de caleyar por el pueblo y descubrir el estado en que quedó el edificio que tanto le inspiró, existe un centro de interpretación de Alejandro Casona que se encuentra a la entrada de la localidad, aunque lo más gratificante es dejarse llevar por cada rincón y descubrir algunos edificios que llaman la atención. Tanto o más como los versos que Casona dedicó a los hórreos y que allí se pueden leer en una placa conmemorativa del centenario de su nacimiento: "Tejados de pizarra, con tiñas de verdín / para ir de romería, collares de maíz. / Frugales y perfectos, sonetos de madera / dólmenes agrarios, ¡hórreos de mi tierra!".

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