Como si de una película se tratase. En medio de la nieve y sin conductor. Así se quedaron los pasajeros del autocar que salió de Gijón el sábado a las cinco de la tarde cuando al llegar a la estación de servicio de Rueda (Valladolid), el conductor, que tuvo que parar el viaje por la nieve decidió abandonar el autocar. "Nos dijo que había terminado el turno y ahí nos quedamos, solos y tirados. Hasta las ocho y media de la mañana no apareció nadie por allí. Es increíble", explica una de las pasajeras, Andrea Hernández. A esa hora, por la mañana, un nuevo conductor acercó a los pasajeros hasta Valladolid "y los que tuvimos suerte pudimos comprar un billete para el tren de las doce, pero otros se quedaron tirados en la estación esperando otro tren", relata la joven.

Otra gijonesa, María Riera, tomó en la noche del sábado al domingo un autocar a la 1 de la mañana. Un recorrido que se truncó también a la altura del área de servicio de Rueda. "Ya había un Alsa allí parado, así que la empresa lo tenía que saber", se queja, y dice no comprender por qué la empresa siguió dando servicio "si sabían que no podían llegar a destino". "El conductor nos dejó las puertas del autobús abiertas, con la calefacción encendida para poder dormir", explica. A primera hora de la mañana convencieron al conductor de retomar el camino hasta Valladolid, "para intentar coger un tren, pero tampoco había plazas".

En el autobús de Riera viajaban multitud de personas rumbo al aeropuerto de Barajas que perdieron sus vuelos. Hubo quien optó por coger un taxi hasta la ciudad más cercana para poder probar suerte. "Fue un descontrol, nadie sabía qué hacer", enfatiza Riera, que llegó a Madrid alrededor de las 5.15 horas. "Yo empiezo mañana (por hoy) a trabajar en un sitio nuevo y no sabía si iba a llegar y, al ser domingo, no tenía a quien llamar, fue muy agobiante", asevera.

La situación más tensa se vivió con un pequeño, de apenas 2 años de edad, que "tenía mucha fiebre y el médico tuvo que venir a verle al área de servicio", una situación que ejemplifica el mal trago vivido por los asturianos de los autobuses atrapados en Rueda, que tardarán en olvidar la noche fatídica del día de Reyes de 2018.