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Me quedo en el pueblo | Taramundi

Media vida como maestra quesera

Ana María Cotarelo aboga por ofrecer a los jóvenes nuevas oportunidades laborales para evitar el despoblamiento en su concejo

Media vida como maestra quesera

Ana María Cotarelo siempre fue una enamorada del lugar en el que nació y del que jamás quiso irse. A los tres años de casarse y ser madre de un niño se empleó en una carnicería, pero sería con la llegada de un maestro quesero a Taramundi, para enseñar a cuantos estuvieran interesados en la elaboración de quesos en la zona, cuando encontró su vocación. "Yo soy de Ouria, pero llevo años viviendo en Taramundi. Ni mi marido, ni yo, ni inclusive mi hijo, hoy ya con 30 años, hemos querido marcharnos nunca de aquí y buscamos la forma de emplearnos con actividades complementarias que nos permitieran vivir aquí", matiza.

Según cuenta ella misma, en 1989 se puso en marcha la empresa de quesos artesanales de Taramundi, S. L., formada por quince socios, de los que trece son ganaderos de la zona que aportan la leche de sus vacas y cabras mientras que ella se ocupa de la elaboración de los quesos junto a una ayudante en la quesería levantada al efecto en Taramundi. "Aquí no había tradición quesera, sólo se hacía en las casas y para autoconsumo. Nosotros despegamos al tiempo que el turismo rural. Fue muy importante tanto la apertura de La Rectoral como, en años posteriores, la de diferentes alojamientos rurales, pues eso trajo turismo y, con ello, trabajo para los que estamos aquí", dice.

Ella, que es la maestra quesera, recuerda que allí se elaboran cinco tipos de quesos: el azul y el de vaca y cabra, estos dos hechos con leche cruda, y también otro de cabra y vaca con nueces y avellanas, otro tierno de vaca y otro puro de cabra. Elabora una media de quinientos quesos a la semana. En temporada también hacen requesón. "Aquí les hacemos una visita guiada a los turistas y también les vendemos quesos. Los tenemos también distribuidos por diferentes puntos de la región, así como en algunas tiendas especializadas", recuerda esta mujer, quien, al tiempo, señala que en su casa toda la familia trabaja unida.

"En casa contribuimos todos a la economía familiar. Mi marido tiene una pequeña ganadería de asturiana de los valles y también hace navajas, al igual que mi hijo, que también es artesano navajero. De esta forma seguimos aquí, en el pueblo, donde siempre quisimos. A ninguno nos gusta la vida en la ciudad. Por otro lado, tenemos buena conexión a internet tanto para la difusión de los quesos como para su venta on-line, no nos sentimos aislados en modo alguno", indica ella, quien, al tiempo, es partidaria del apoyo a los jóvenes emprendedores ofreciéndoles alternativas para establecerse en el campo.

"Taramundi sufre, como otros lugares, un importante despoblamiento. Falta gente joven que tire por ello, y me da pena. Hay que ofrecerles incentivos tanto para quedarse aquí como para que venga gente nueva a vivir y a trabajar. Nosotros empezamos de cero y aquí seguimos. Hay que intentarlo", señala.

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